En Sueño Profético decían:
Si el Amor de Dios lo llevas
más adentro de tu sangre,
el Amor no se conforma
si no hay más que a Dios Lo amen.
El Amor, el que lo sienta,
cuando el sufrir es más grande,
con más ansias busca a Dios,
y sin cansarse repite
en su mente esta oración:
¡Señor, no me dejes sola
sin que yo sienta tu Amor,
porque este sentir tuyo
me da la Vida en la acción!
Yo, si no tuviera sentir,
sería vida sin Amor,
y ya no sería vivir.
En mi largo caminar,
yo sufría cuando veía
el sufrir que se buscaba
aquel que a Dios no seguía.
Le ponía el sufrimiento
a cosas sin importancia,
y se pasaban las horas
y a Dios no te Lo nombraba.
Yo me sentía molesta
cuando sufrían
y veía indiferencia
cuando a Dios se lo nombraba.
Yo sufría cuando veía
que en el sufrir,
a Dios Le pedían cuentas.
Entonces, Dios me ponía
tal ligereza en mi cuerpo,
que algo tenía que hacer,
y cuando me veía en la calle,
ya el sufrir era contento.
De pronto oía una voz:
¡Qué alegría el verte, Teresa,
que me sirves de consuelo
dentro de mi grande pena,
cuando te oigo decir
esos momentos de Gloria
que vives viviendo aquí!
Desperté, oí:
Yo no podía oír
cuando ofendían a Dios.
Yo no podía callar este Fuego,
que sin llamas y sin rescoldo,
todos veían las llamas,
y el que no quería verlas,
mis palabras lo quemaban.
Nunca me sentí cobarde,
nunca me sentí cansada
para andar caminos duros
que pone el que a Dios no ama.
La constancia yo ponía,
y las fuerzas Dios mandaba.
También la constancia era
del que las fuerzas mandaba.
Yo tenía Libertad,
pero presa me encontraba
con este Mando de Dios
que yo misma me buscaba.
El que este Mando no busque,
vive una vida apagada.
TERESA DE ÁVILA
***
Libro 26 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo III - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario