En Sueño Profético decían:
Jesús mandaba a sus Discípulos a sitios que Él podía ir. Pero Él no quería apartar, quería dar su Reino, y mandando a los Discípulos podían no perderlo.
Esto hay que pensarlo si quieres comprenderlo. Había veces que al tratar a los Discípulos, ya querían Conocerlo.
Ellos siempre decían:
“Nos manda el Maestro... Nos ha dicho el Maestro...”.
Y cuando el Maestro los mandaba, siempre era la respuesta: “como tú digas, Maestro”.
Cuando llegaban al sitio, sus caras decían el recibimiento.
Ellos no sufrían por ellos, era pensar que aunque quisieran ocultarlo, ya lo sabía el Maestro. Cuando volvían contentos, no podían detener el alboroto entre ellos. Cuando iban disgustados, el Maestro rompía el silencio.
“Si en vez de ir vosotros voy Yo, Yo no puedo dejar que sus Palabras salgan a sus lenguas”.
“Vosotros habéis cumplido mi Mandato, y puede que en busca de Mí vengan”.
Desperté, oí:
Había sitios que querían Conocerlo,
y Él se presentaba ofreciendo su Reino.
En cambio, en otros sitios,
sabía que con el recibimiento que Le harían
podían perderlo.
Su Presencia daba Premio
al que no quería pecar
o al que quería Conocerlo.
Al que quería Conocerlo,
le dejaba su Amistad
y ya recogía Premio.
El que no quería pecar,
sabía que su Presencia
hacía aborrecer
el ofrecer que le hicieran.
Ya, el que vivía en el pecado,
cuando veía a los Discípulos,
se quedaba avergonzado.
Sin atreverse a decir:
¿Podré yo ser perdonado?
A éstos, Dios los buscaba
porque se habían juzgado.
¡Qué Amor tiene Dios al hombre,
que en unos hace Presencia!
Y en otros, el Dios se esconde
para que no pierdan la Gloria.
***
Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C2
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