En Sueño Profético hablaban de cundir estas Palabras, que no necesitan defensor para ver y saber que Dios las está diciendo.
Dijo uno:
El hombre no Le pide a Dios para poner un letrero que diga: “Treinta años van a hacer que lleva a su Gloria, a diario, un espíritu que aún vive con cuerpo”.
Todo lo que está en la Tierra debería ofrecérsele al Instrumento que Dios eligiera. Pero esto lo haría el hombre si a Dios amara o creyera.
¿Cómo puede amar a Dios uno que diga: “estas Palabras no puede ser del Dios, porque el hombre para cundirlas paga; el día que no se paguen, quedará la Luz escondida”?
Pero a la Luz, Dios ya le buscará torre para que el hombre vea que él es hormiga en monte, que aquí su nombre no llega, ni su figura conocen.
Desperté, oí:
Era para que si el hombre pensara que se tiene que morir, acudiera cada uno en su camino para cundir que este Caso hoy es único.
Y en vez de pedirle a Dios, se ofreciera e implorara: “Yo quiero colaborar en estas Divinas Palabras”.
Tiene que tener final feo el que diga: “Señor, págame para yo decir lo que Tú, en tu Gloria, le dices a un espíritu que aún vive con cuerpo, que son estas palabras:
“Que Me ves, dilo donde haya suelo y hombres”.
Dios no pide edificios ni tesoros, por ser el Dueño de todo.
Pide que su Palabra no quede escondida, que fue lo que les dijo a sus Discípulos.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV- C6
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