En Sueño Profético decían:
Haciendo lo que están haciendo no puede haber aquí silencio. Esto tiene que ponerse ya como el reloj, marcando la hora sin poderlo parar. Si el reloj se para, todo parado quedará.
Dijo un espíritu con Mando de Gloria:
Todos los que aquí están unidos a estas Palabras de Dios con Mando, pueden estar contentos pensando: “Yo Le estoy haciendo servicio a Dios como Le hacían sus Discípulos”. Que aunque los veían cansados, a ellos les molestaba el oír “tenéis la cara cansada”, y les preguntaban: “y el Maestro ¿qué dice cuando llega la noche para que vosotros lo habléis al día siguiente?”
Ya sigue un Discípulo:
Yo, el día que llegaba la noche y no oía al Maestro decir: “Mañana tienes este Mando que te voy a dar, que hacerlo lo primero”.
Si no oía yo esto me sentía enfermo y no podía contener dentro de mi cuerpo el silencio, y estas palabras me oían: “Maestro, sin tu Mando no quiero nada y vivo despreciando la vida, que es tuya. Que yo quiero oír tu Nombre cuando voy por la calle. Mándame Maestro, que el cansar de tu Mando sirve de ejemplo”. Y es que me veían cansado pero contento.
Desperté, oí:
Los Discípulos Le servíamos al Maestro.
Algunos preguntaban con envidia y sin paz.
Pues si el Maestro tenía Discípulos para cundir sus Palabras, igual sigue ahora con los que Él manda.
Cuanto más mandes, más se cunden estos Mensajes.
El Elegido también tiene Mando, que todo lo que hace ya es iluminado.
A nosotros nos conocían porque no faltaba un día en que el Pregón Divino no lo lleváramos a los campos y a las plazas.
En las plazas, la venta la paraban nuestras palabras.
Donde había más gente, allí nos paraban, y la venta ya se olvidaba.
Cuando oíamos: “Ya vienen los Discípulos”, nos cortaban el paso y nosotros nos poníamos contentos.
Esto muchas veces nos decían: “Para ser Discípulo ¿qué tenemos que aprender?, que queremos Servirle al Maestro como vosotros, sin cansarnos”.
Y la respuesta era: “Estas palabras que yo te he oído, se las dices al Maestro, y ya podemos contar contigo”.
El Maestro pasó después y se fue para el que quería Servirle, y estas Palabras le dijo:
“Tú quieres Servirme para cundir mi Existencia, pues cuéntate ya como discípulo de mis Discípulos. Y en el Mando que yo a ellos les doy, tú en este Mando entras.”
Todo el que quiere a Dios servir, Dios no lo deja.
Un Discípulo de Dios Hombre.
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Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VII - C6
Servir a Dios!
ResponderEliminarEs lo más de lo más!
El ángel malo cayó por decir "no serviré".