domingo, 16 de enero de 2022

El hombre, la Gloria y la Tierra

En Sueño Profético hablaban de Dios, del hombre, de la Gloria, de la Tierra. Ponían comparaciones que el Amor hacía entenderlas. Eran comparaciones que dejaban como párvulos a las carreras, y a los profesores de éstas, como profesores de las primeras letras.

Dijo un espíritu con Mando de Dios:

Los estudios del hombre deberían ser enseñados defendiendo en primer lugar el espíritu y luego el cuerpo.

Si el espíritu es de Dios, defiende al cuerpo. Si el espíritu no es de Dios, lleva al cuerpo por malos caminos y le hace visiones de pecado, y cuando le llega sufrimiento, las primeras ofensa son para Dios.

Decían, que el espíritu con Enseñanza de Dios, creyendo en la Vida Eterna, no puede hacer crimen ni consentir guerras, ni ver cuerpos muertos por el hambre.

Debería haber clases enseñando del espíritu, para aprender a conocerlo por la manera que lleva a tu pensamiento.

Si tú pones a Dios lo primero, en cada pensamiento que te llegue donde la palabra y la acción no sean de Dios, pídele fuerzas a la Gloria para que te mande ayuda y conozcas lo que de Dios no viene, aunque esto sean consejos muy cultos de los que el adelanto hoy tiene.

Desperté, oí:

Si te paras a pensar en la enseñanza que hoy hay para hacer al hombre culto, si eres de Dios, pones al profesor de alumno.

Esto es cuidar la hoja y secar el árbol.

Cuidar jaula sin tener pájaro.

Si el hombre pensara en la muerte del cuerpo, buscaría Eternidad para la Vida del espíritu.

Que esta Vida Eterna espera al que la quiera y no desprecie a pobre ni a rico.

Ahora piensa: si Dios no fuera Dios Dueño de las dos vidas, el pudiente, con su dinero, en la Gloria metería al malo y al bueno que a Dios no quisiera.

Pero por muchos estudios y dinero que tengan, si no aman a Dios cuando vive su cuerpo, después la Gloria les cierra las puertas.

Y se las abre el Infierno.

¡Es lástima que el adelanto no ponga adelanto para no perder el Cielo y entrar en la Gloria!

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Libro 55 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IX - C1

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