En
Sueño Profético se vio un hospital por dentro. Los enfermos que tenían las camas
estaban graves. Una gravedad sin ellos saberlo.
Dijo
un espíritu de Dios:
Esta visión
que se ha hecho, vienen muy pocos a verla. Hay camas que no han tenido a nadie
delante el tiempo que en ella ha estado el enfermo. Aquí es cuando ves el
olvido a la necesidad del enfermo. Del que Dios elige no falta la visita
delante de las camas. No piensa en contagio, porque a Dios al lado lo lleva, y
lo va viendo en los “Humos Divinos”, y la Fuerza le aumenta, porque lo hace por
Dios.
Viendo
lo que el Elegido hace, ya era para que cada uno se pusiera delante de él y el perdón
le pidiera. Esto no son unos días los que lo hace, son 36 años ya pasados.
Pues
si ves las noches que pasa despidiendo el sueño y el descanso, entonces es
cuando puedes defender este Caso, que tiene mucha entrega al que de Dios
necesita. El reloj sabe más que nadie las pocas horas de sueño. Es normal que
no más de tres horas tenga seguido el sueño. ¿Quién puede decir yo duermo igual
y en el sitio que la cama del Elegido está? Esto defiende al que nombrándolo en
la Gloria están.
Desperté,
oí:
Las
cosas del que Dios trae Aquí con Mando, si no hay gran Amor, no las puedes
pasar.
Y
siempre dando alegrías que Aquí Dios le manda.
Si la
alegría es grande, el sufrimiento le iguala.
Pero
el gran Amor a Dios, al sufrimiento le pone muralla.
Y ya,
cuando al despertar le dictan el arrobo, a Dios le da gracias y le pide: “Señor,
que nunca me vean enfadada”.
Son
muchos los caminos de sufrimiento pasados. Que unos se ven, y otros quedan
guardados.
Decían
en la Gloria, que el entrar en el hospital y acercarte a las camas, sin
confianza en Dios, no entrabas.
Las
pocas horas de sueño y el sufrimiento que el Elegido lleva en silencio, hace
callar al que piensa: “¿Esto será verdad?”.
Ya, el
reloj hace de defensor cuando marca la hora.
Que
esto tampoco es normal, el despertarse todos los días sin que en el reloj suene
la hora.
Hay
muchas pruebas más que hoy no mandan dictar.
***
Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C1
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