lunes, 28 de noviembre de 2022

Mándame, Maestro. Yo quiero tu Mando

En Sueño Profético hablaban del Amor a Dios, de su Mando; de su Presencia, cómo la sientes, cuando a Él te ofreces para que te dé Mando. Es premio el decir: “Lo que estoy haciendo, Dios me lo ha mandado. A mí no me cansa el hacer su Mando. Que este mismo Mando lo puede hacer todo el ponga, este Amor, primero”.

Dijo uno:

Yo soy un espíritu de la Gloria, y con el Mando de Dios estoy dictando el Dictado. Cuando vivía con cuerpo, nunca me costó trabajo hacer lo que Dios tiene dicho en Diez Palabras, que son los Mandamientos. Escritos los llevaba en el bolsillo, y cuando dudaba de que algo no hubiera hecho, sacaba el papel y lo repasaba. Y ya Dios parece que me hacía sentir estas palabras: “Con querer cumplirlos, ya todo lo que hagas es pidiendo Mando”. Este sentir me quitaba los nublados que me hacían ver los espíritus malos.

Desperté, oí:

Cierto que los espíritus que no son de Dios, todo lo hacen ver mal y con castigo de Dios.

Pero si tu Amor es grande, conoces a los espíritus que son de Dios y a los que quieren apartarte de Él.

El Amor a Dios es lo más grande.

El que sienta este Amor, los Mandamientos, con alegría los hace.

Y va enseñando cómo no retirarte de Dios.

Este Amor dando Mando, más lo buscas, más lo quieres y más de Dios vas hablando.

¡Es lástima que los que más pueden pedir Mando, por su tiempo y su dinero, se retiren de este Mando!

Éstos, por buenos que sean, Aquí los nombran malos.

Bueno sin seguir a Dios ni pedirle Mando, es bueno con engaño.

Los Discípulos sufrían el día que no tenían Mando.

Esto se les oía mucho: “Mándame, Maestro. Yo quiero tu Mando”.

***

Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C1

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