En Sueño Profético dijo
uno:
La enfermedad
del espíritu se cura acercándose a Dios. La enfermedad del espíritu la contagia
Satanás. Y el enfermo tiene que tomar el medicamento que ahuyenta su poder, le
inutiliza las piernas y lo arrastra como culebra, quedando sin fuerzas y
soltando al espíritu que tiene prisionero.
Los espíritus
del mal son constantes presentándote razones diabólicas. Su derrota la
encuentran cuando ven que la obediencia es a Dios y la maldición a ellos.
Muchas veces
dijo Dios a sus Discípulos:
Pensad que lo que Yo os diga no querrá el espíritu del
mal que lo hagáis.
Si alguno siente duda, que sepa que es el mismo
Satanás el que está aconsejando no hacer lo que Yo digo, que a Mí, siendo Dios,
intenta que no haga el Mando que mi Padre manda en Mí, y sabe que Yo soy Dios
Hijo y Dios Padre, pero quiere que no exista mi Reino.
Curaos el espíritu haciendo lo que no mandan los
demonios.
Desperté, oí:
El hombre le manda
a la carne y al espíritu no nombra.
Y no sabe que
es enfermedad que empieza sin fuerza y acaba perdiendo la Gloria.
Que pocas
veces, ninguna, da el médico la receta como son las relaciones con todo lo que
es Divino.
Con todo lo
que no acaba cuando se deja ese mundo.
Con el gran
Medicamento de Dios Padre, de Dios Hijo.
Cuando Dios
hizo el mundo, Él se hizo Hombre para enseñar cómo curar el espíritu.
Pues, ¿por
qué no sigue el médico hablándole de Dios Hijo al que tenga enfermedad no de
carne y sí de espíritu?
El espíritu
es humo saliendo por chimenea, que si tapas la salida el humo ahogado queda.
Haciendo lo
que Dios manda, tapas y apagas candela.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C7
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