En Sueño Profético decían:
El día, que no se vaya sin dejar de hacer lo que Dios manda ese día. Que el Mando es Iluminación que el Elegido ve. Esto lo comprende más el que más cree esta Verdad.
Dijo uno:
Yo seguí los Pasos del Maestro y le oí estas Palabras que Aquí mandan dictar: “El que cree Mis Palabras, ya no admite otras. Y las Mías retira el que no las cree. Verán que Mi Mando no le falta al que cree y ama y sufre porque cree que Me Ofenden y sabe que a Mí llegan las palabras. Si os llega la duda, llamad a Mi Padre antes de que la palabra acampe en vuestro espíritu, y ya Mi Padre hablará en Mí, porque los Dos somos Uno. Pensad que la duda os retira de Mi Camino. Yo quisiera mandar a todos con la misma confianza, pero al no admitirlo tengo que apartarlos. No mandándoles pueden ver que Soy Dios Hijo y pedir el Perdón”.
Desperté, oí:
Todo esto yo lo oí en las plazas y en la montaña.
Primero seguí a Santiago. Y luego me llamó El Maestro, una mañana de frío que temprano yo llegaba.
Estas Palabras fueron oídas por todos:
“Santiago, ya tienes a quien darle Mando del que yo le doy a Mis Discípulos, para que él también viva las Palabras de Mi Padre que Yo digo”.
Yo quedé sin saber que contestar, pero vieron levantarse al Maestro y venir donde yo estaba.
Esto fue en un mesón que gritaban de alegría cuando pedíamos agua.
Primero me dijo: “Puedes dejar el trabajo. Y lo que tengan mis Discípulos tendrás tú, ya que tu tiempo te viene corto para hablar de Mi y quisieras que Yo te mandara como a Santiago. Desde este momento pídeme Mando”.
En la finca donde trabajaba, cuando se enteraron, me despidieron contentos y el jornal me dejaron.
También creían y fueron premiados.
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Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C5
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