En Sueño Profético hablaban del sacrificio, del ofrecimiento y de la penitencia. Decían:
“Son pocas personas las que saben darle el sitio a estas palabras”.
Hay quien dice que ama, y a lo que hace para el Amado, le llama sacrificio. Le pide al Amado y Le ofrece; si recibe su petición, paga; y si no recibe, queda anulado el ofrecimiento.
Ya queda la penitencia: Dios no quiere penitencia, Dios quiere rogativas, pero rogativas con Amor.
El sacrificio que el Amor tiene, es más Amor, y ya te viene el descanso, y sigue sin ser trabajo todo lo que haces por Dios.
Si Dios viera que tu Amor, con sacrificio, a Él se Lo dieras, no te dejaría que Amor Le dieras.
En el ofrecer a Dios, también hay poca Enseñanza. Hay quien ofrece lo que no quisiera tener y sin remedio tiene. Hay quien ofrece algo que si quiere no lo ofrece, porque bastante lo quiere, algo que tiene valor y remedia al que no tiene.
Dijo uno:
Estos ofrecimientos son los que con Amor se ofrecen.
Desperté, oí:
El que no aprenda de Dios, que no diga: “yo a Dios amo”.
¡Que descripción en la Gloria, de estas tres cosas te hacen!
Sacrificio, ofrecimiento y penitencia.
El sacrificio te lo rechaza el Amor.
Ofrecimiento no hay, porque al haber Amor ya estás dando sin esperar tiempo.
Y dar lo que no quieres, no se lo ofrezcas a Dios.
El ofrecer de Amor es decir: “¡Dios mío!, tuyo es lo que tengo yo”.
Primero Le das tu vida si ahí se la tienes guardada.
Y después, lo que tú tengas se Lo dejas administrar.
Verás como Él te pide lo que tú Le puedas dar.
Ofrécele el cumplir en el Prójimo, el amar.
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Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - C8
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