En Sueño Profético halaban de querer a Dios, de buscar Sus Palabras, de confiar en Su Poder, de para todo lo de la vida contar con Él, de tenerlo siempre delante y de que sea el freno para no apartarte nunca de Sus Mandamientos.
Se vieron muchos niños jugando. El mayor no contaba 7 años. Y dijo uno –que su espíritu ya no tenía cuerpo porque lo vieron muerto y fue enterrado a los 70 años–:
Estos niños, si no les hablan de Dios y de Su Gloria, no saben de Su Existencia, y ya para nada Lo nombran, y llegan a hombres haciendo más malo que bueno porque creen que sólo hay el mundo que están viendo, y oyen: “Hay que morir. Se ha muerto. Lo mataron con escopetas y pistolas como éstas”. Y les enseñan cómo coger la herramienta. Aunque ésta sea un juguete, sirve para que el niño vea normal en su crecimiento el matar con pistolas a cuerpos sanos, y si más matan son los que ganan las guerras.
Pues por qué no cambiar esta enseñanza por esta que dictan en Gloria: quererse mucho, pero antes querer a Dios y llamarlo en todo lo que deseéis, porque Él siempre está con vosotros. Aunque no lo veáis, Él tiene un Mundo con ángeles, que son como los niños, y cuando estáis dormidos bajan a guardaros. Si llegáis a hombres sin ser malos, Él os dará premios. Lo que no le gusta y sufre es si jugáis con pistolas, porque lo que mata no quiere Dios que lo cojan los hombres. Pues si de niño te acostumbras a manejarlo, ya está Dios llorando, y la Virgen, que es Su Madre, también llora, porque quiere que cuando seáis hombres no perdáis la Gloria.
Vamos a cantar esta copla:
Desperté, oí:
“Yo pido a Dios que siempre tenga Su Nombre en la boca como la respiración, y que no tenga juguetes que les hagan sufrir a los ángeles que vienen a dormir a mi cama conmigo de noche”.
Si al niño le hablan de Dios como de la comida, tres veces al día, el niño llega a hombre despreciando al que a Dios no ama.
Y para todo mira al Cielo como refugio y consuelo en lo que está pidiendo.
El mayor tiene la culpa de que el niño no sea hombre poniendo a Dios lo primero.
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Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria - Tomo VI - C5
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