En Sueño Profético hablaban de los espíritus enfermos por falta de la Palabra de Dios, hablaban del endemoniado y cómo se endemoniaba el hombre, y también hablaban de cómo curarlos.
Dijo uno:
Al endemoniado que está al servicio de Luzbel, a éste Dios no manda a curarlo. Dios a éste lo condena, mandando con su Poder que sea conocido para el que caiga en pecado o para el que ya haya caído. Dios, en su Vida pública, mandaba a curar al que tenía esta enfermedad o Él mismo hacía la cura para que vieran su Poder. Pero cuando curaba dejaba al que estaba endemoniado sin disfraz que pudiera dar lástima para que todos lo conocieran.
Dijo otro con el mismo Mando:
El Maestro no siempre utilizaba las mismas Palabras cuando nos mandaba a quitar de pecar, ni nos decía que fuéramos siempre por el mismo camino. Había veces que lo cambiaba para curar y para pillar dormido al que endemoniaba, y así cuando Dios Hombre permitía que se despertara lo hacía conocer con el nombre de Demonio. Ya era conocido y al que seguía al Maestro se le oía decir:
“Detente enemigo, la fuerza de Dios va conmigo”.
Desperté, oí:
Dios mandaba a curar y siempre el Mando no era el mismo.
Había veces que los alejaba por un camino más largo.
Que, aunque el Mando era el mismo, Él sabía el momento de decir:
“Perdón, Dios mío”.
Esto al que había enfermado.
El que lo tiene Luzbel al servicio del Infierno que nunca te dé compasión de él.
Y si lo vieras pisado busca a muchos para que pongan encima sus pies.
Y por lamentos que oigas hazte el sordo, hazte el mudo, porque es lamento de Luzbel.
Ama a Dios y vete sin miedo del engaño de Luzbel, porque Dios deja sufrir pero lo hace conocer.
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Libro 69 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VIII
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