En Sueño Profético yo decía:
“¡Qué Bueno es Dios!”.
Y decían:
Si no destruye el mundo, no es porque no sea suyo, sino por ser Dios.
Nombraban muchos nombres y se dirigían a mí diciendo:
A ella pueden examinarla en lo espiritual. El examen siempre es, o debe ser, por quien sepa más, o sea, el examinante tiene que saber más que el que examina. Aquí no hay profesor por haber un Solo Dios. Todo lo que sepan de Aquí, es Dios quien permite que se sepa. Pero en ella no es que permite, es que actúa. Como la Palabra no es suya, ya se encarga Él, que es el que la dice, de la contestación que tiene que dar al que cree que son de ella las Palabras. El hombre cree que todo el mal se lo manda Dios, y todo el bien que recibe, es de su inteligencia.
Desperté, oí:
Dios no es que quiera al que a Él no Lo quiera. Pero si éste dice: “Quiero”, Dios le contesta: “Antes, Yo he querido”.
Dios no obliga a nada. Si obligara, Judas no hubiera sido Judas.
Todo lo que sea para comunicar, te será dictado en el momento de ejecutar la Escritura.
Dios habla, y el Mensaje y Dios hablando, no son silencio.
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Libro 7 - Investigaciones a la Verdad - Tomo I - C8
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