miércoles, 23 de julio de 2025

Podéis hablarnos de Él

En Sueño Profético yo decía:

¡Qué alegría Señor! ¿Por qué me dará tanta alegría cuando buscan tus Escritos?

Yo, Señor, no mido el tiempo para hablar de lo que Tú me dices, pero cuando veo que lo pueden cundir, más alargo el tiempo y no sé si así debo de seguir –esto lo decía yo como si estuviera despierta–.

Ya sigue la Voz del Mando –aunque en mí estaba el Mando, por estar dormida–:

Los Discípulos, cuando más contentos los veías era cuando los paraban preguntándoles:

“¿Cuándo podemos oír al Maestro? Y si tiempo lleváis, decidnos algo que Él os haya dicho para enseñar cómo hay que ser para ser hombre de Dios, cómo desbaratar el daño que hicimos y cómo estar hablando siempre de Él. Porque nosotros, cuando nos hablan de Él, nos olvidamos de las faenas y del bienestar de la Tierra, hasta el aviso que nos dan de que ya está la mesa puesta”.

Cuando a los Discípulos los buscaban hombres que su cundir hacían, ellos tarde llegaban al sitio donde iban. Y a su regreso, al Maestro Le decían: “Eran hombres de mando y de voluntad grande. Nos preguntaron por Ti y no queríamos pararnos mucho, pero sabemos que harán “cundir” cuando te oigan. Maestro, aunque allí llegamos tarde, también hablamos de Ti.”

Desperté, oí:

Ya podían llevar prisa y el tiempo justo los Discípulos, que hacían parada al oír: “queremos oír al Maestro”.

“Podéis hablarnos de Él, que nosotros podemos ir cundiendo, pero nos falta el saber de lo que Él ya va diciendo”.

¿Quién no hacía aquí parada? ¡Si el Maestro sabía el sitio donde esperaban y Él mismo nos detenía!

Otros nos hacían preguntas y respuesta no se llevaban.

Ya el Maestro y su Poder, de lejos Mando nos daba, y el tiempo se escondía y corta era la parada.

Éstos no querían oír para cundir, ni al Maestro Lo buscaban.

Aquí los Discípulos pronto seguían su marcha.

Si quieres saber de Dios para cundir su Palabra, verás al tiempo quietud, una quietud que Dios manda.

Pues al vendedor que vende, mercancía no le falta.

***

Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C5 

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