En Sueño Profético decían:
Ella, mayoría de veces actúa sin su mando. Ella es mandada desde Aquí. Ella, hay veces que sin saber se retira, y hay veces que se hace ver con más frecuencia. Todo esto es obra de Dios. Dios actúa sin preguntarle al hombre. Dios actúa para que el hombre vea que es Dios. Todo lo que Dios hizo fue sin consultar con el hombre; el hombre lo vio cuando ya estaba hecho.
Yo, uno de sus Discípulos,
nunca de Él me retiré.
Pero yo nada sabía
antes que lo hiciera Él.
Había veces que,
estando ocurriendo el hecho,
no sabía lo que iba a suceder.
Para mí, siempre era sorpresa
todo lo que hacía Él,
no porque no tuviera Poder
para destruir y hacer.
Digo que era sorpresa,
porque aunque mucho hablábamos,
nunca decía Palabras
que el Padre le hubiera dado
para realizar prodigios
en la ciudad o en el campo.
Siempre hacía cosa nueva,
esto, pero sin trabajo.
¡Cómo dio vista al ciego
y levantó al paralítico
y resucitó a la moza
que tanto habían llorado!
Todo esto Él lo hacía
y ocurría a cada paso.
Pero ninguno sabíamos
lo que íbamos a hacer,
ni cuándo.
Él era Dios,
y al hacerse Hombre,
ya por el Padre era mandado;
era mandado desde la Gloria
por el mismo que a la Tierra fue enviado.
Desperté, oí:
No te extrañe que Dios haga
lo que tú no puedas saber.
Si Dios habla en ese hombre,
para que tú Lo veas a Él,
no te enfades cuando diga:
“esto me lo ha dicho Él”.
Al que Dios le habla,
búscalo, recíbelo, síguelo,
pero no lo obligues.
Él hará que lo encuentres.
Recíbelo,
para que Él te reciba en su Gloria.
Y síguelo,
para que Él te eche delante.
Pero no lo obligues,
que Él te responde.
Dios habla en el hombre
para la salvación del mismo hombre.
Dios no habla en el hombre
para que tú te retires más de Dios.
***
Libro 7 - Investigaciones a la Verdad - Tomo I - C9
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