miércoles, 17 de diciembre de 2025

El alfarero

En Sueño Profético decían:

El que obedece al que Dios coge para dar su Enseñanza, no obedece al Elegido, obedece a Dios. Y el que le hace un servicio al Elegido, no se lo hace al Elegido, se lo hace a Dios.

Dijo uno:

Por eso siempre tendrá grandes ventajas el que tenga trato con éste y le haga servicios para la Gloria de Dios. Como también tendrá grandes castigos el que al Elegido no respete, presentándole pecado y queriendo que los demonios hagan uso de gran daño. Pero aquí los demonios quedarán como siempre que Dios manda su Fuerza a pisotearlos. Dios no le deja triunfo al que a Él le va a hacer daño.

Cuentan Aquí en la Gloria, para Enseñanza ahí del hombre, que yendo un día el Maestro a casa de un amigo de uno de los Discípulos, que éste era alfarero y vendía en el mercado un hijo suyo los cacharros que el padre hacía, les dijo:

   —Hoy vais a oír lo que ayer mi Padre le mandó al pecado.

Llegaron a casa del alfarero y el alfarero, tembloroso, le dice:

   —Maestro, qué escándalo hubo ayer.

No lo dejó el Maestro terminar y dijo:

Sí, con el alfarero de al lado. Fue moldeando un ánfora, cuando sus manos dieron paro a su obra, pero ya jamás moldearán más sus manos. Puede que le sirvan para otros trabajos, pero sus manos han quedado sin poder dar el tacto a los cacharros.

Desperté, oí:

Sabiendo que el Maestro con este alfarero se paraba, porque dejaba el trabajo, le pillara por donde le pillara.

Se dedicó en el mercado a decir que los cacharros del chiquillo tenían falta.

Esto era para ir diciendo que el Maestro no era Dios, que Lo echara de su casa como antes él Lo echó.

Él no lo echó de palabras, pero cuando le decían los Discípulos “¿quieres que entre mañana?”, esta era la respuesta:

“Ya lo pensaré mañana”.

Cuando estas palabras las repitió varias veces, dijo Jesús a los Discípulos:

   —Hasta que Yo os mande no habléis con el alfarero que va quitándome el Nombre de Dios y Maestro.

   —Y Yo no os mandaré, que el Mando vendrá de mi Padre, por querer haberle hecho daño
.

Quedaron sus manos tullidas para el trabajo del barro y jamás podía tocarlo, aunque fuera para cambiarlo.

Gritos daba el alfarero cuando se acercaba al barro.

Esta Enseñanza ahí queda para el que a Dios Le hace daño.

***

Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C4 

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