En Sueño Profético hablaban de cómo educar al espíritu. Decían:
El espíritu llega a la materia virgen. El espíritu, cuando la materia va creciendo, es cuando él coge la Enseñanza Divina o enseñanza que quiere que aprenda diabólica. El niño no es responsable hasta conocer el mal y el bien. El pecado es de los mayores. La enseñanza del espíritu es muchas veces sin palabras. La enseñanza sin palabras es más provechosa cuando tus actuaciones, todas, las vea el niño con Amor a Dios; esto sí lo entiende el niño; después de la acción, ya le hace falta la palabra y explicación.
Son los menos, los espíritus enseñados a no pecar y que luego pequen, que los que están viendo el pecado y no siguen pecando.
Es la comparación en la enseñanza material: es más seguro aprender y luego ejercer, que querer ejercer sin haber aprendido.
El niño no hace nada mal hecho, si antes no lo ha visto en los mayores. El espíritu del mayor tiene comunicación con el del niño. Espíritu de Dios: Paz y enseñanza en el niño. Espíritu sin vivir en la Palabra de Dios: hace al niño sentimientos bruscos. El mayor ante el niño debe medir palabra y movimientos que no lleven a la caridad.
Desperté, oí:
¡Qué poco valor se da
a la Enseñanza del espíritu!
¡Qué poco Amor se demuestra
a la Enseñanza del hijo!
Del hijo o del que tenga
un menor siempre a su cargo.
Del educador que enseña,
diciendo: esto no es malo.
Del que enseña a pecar,
porque así a él enseñaron.
El niño debía de ser
como algo de Dios enviado,
pensando que tuyo no es.
Tuyo es tan sólo materia,
que ahí Él te permitió
como juguete con cuerda.
Que esta cuerda es la que acaba,
que su nombre es materia.
El hombre es responsable
de que el espíritu del niño
llegue a viejo sin mancharse.
Porque si manchas espíritu,
queda en sitio de la carne.
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Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo II - Pág. 124-125-126
Somos responsables del mal que podemos sembrar en los demás, especialmente en los espíritus limpios.
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