En Sueño Profético vi un hospital, que por su pobreza, más se veía hospital. Había unas camas negras de hierro, y unos enfermos tristes; un letrero en la entrada de la puerta, que no podía pasar desapercibido, con estas letras: “Habitación contagiosa. Entrada sólo médicos y enfermeros”. Yo vi el letrero cuando salí. Cuando entré, no entré por puerta, me vi allí dentro sin extrañarme de cómo entré, me parecía normal.
Empezaron a hablar, y ya no veía nada, nada más que oír. Decían:
Aquí quita la tristeza Juan de Dios. Aquí entra y raras veces no dan un alta: unas veces a conocidos, y otras veces a enfermos que su nombre es conocido. Aquí, en este hospital, son recibidos la mayoría por Juan. Aquí, en esta misma sala, yo oí una vez a un enfermo ya curado de la lepra decir: “Yo nunca diré Juan de Dios, yo diré que Dios es Juan”.
Este mismo, dijo:
En este hospital se han visto, ya muertos, recuperar la vida de la carne; y morir carne y vivir espíritu, dando este espíritu gracias y contentos a Juan ya en su despedida. Aquí, en este hospital, yo vi llantos de contento a enfermos y familiares, sabiendo que no sanaba su carne. Yo he visto brechas en la carne y decir: “No me duele nada, es Juan que reza por mí, es Juan que viene a mi cama”.
Desperté, oí:
¿Tiene duda Juan de Dios,
cuando esto diga el enfermo?
A este hospital, el que entraba,
a Juan ya lo conocía.
Antes de pisar umbral,
el nombre de Juan se oía.
Juan de Dios, se lo pusieron,
porque Dios en él vivía.
JUAN DE DIOS
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Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 107-108
Hay que llevar a Dios dentro para vivir, voluntariamente, el sufrimiento de los demás.
ResponderEliminarJuan de Dios era tan grande, era tan bueno que su frase preferida era : doime a Dios
ResponderEliminarEl sabía con plena certeza que en el enfermo está Dios
Se daba a Dios de lleno y con su Nombre se quedó