En Sueño Profético decían:
En amando, ya sabes lo que es de Dios, lo que es del hombre y lo que va en contra de Dios. En amando, el Amor te lleva a donde hay Amor, porque Amor espera.
Dijo Teresa de Ávila:
No hay quien ame a Dios y no entienda sus Palabras. No hay quien viva amando a Dios y no busque dónde Él habla. No hay quien sienta Amor de este Dios y desmienta lo que Él haga. No puede ser entender, y luego, al valorar, no sepas de este entender. Todo lo que bien se aprende, debes de aquello entender. Pero si el Amor te falta, ¿para qué quieres saber?
Yo daba valor al talento que conocía lo de Dios o lo del hombre. ¡Es tan distinto el vivir sin ofender, ni de hechos ni de palabras, a Dios, que todo está viendo! A vivir queriendo a Dios, porque tú lo estás diciendo y haciendo todo a su contra, diciendo lo malo es bueno, pisando al que Aquí trae el Dueño de todos los dueños.
A mí me entendió el que amaba y el que a Dios hacía servicios. A mí me buscó el que sabía que era Dios, porque me veía vivir un contento y un Amor en medio de mi sufrir. Que el contento era de Dios, y también era el sufrir, que yo lo sufría por Él.
Yo aguanté las razones que el hombre quiso poner. Yo aguanté los insultos, que bien dicho era Luzbel.
¡Cuántas veces el Amor en la capilla se hacía palabras! ¡Cuántas veces me sentía como de corcho mi cara, y mi lengua no podía servirme “pa” mis palabras! Mis manos, una con otra, de contento se apretaban, y mis rodillas en suelo como clavos que clavaran, para que no me moviera hasta que Dios lo mandara. Luego me hacía que viera la Gloria en la capilla, sin ver a mis compañeras.
Desperté, oí:
Si hay Amor a la Gloria,
que es sitio que habita Dios,
conoces lo que te digan,
dicho por el mismo Dios.
Si el Amor dices que sientes,
diciéndolo a sabiendas
de que tú engañas,
no conocerás Amor.
No conocerás Amor,
porque el Amor se retira
cumpliendo la Voz de Dios.
¡Ay Amor que das sufrir!
¡Ay Amor que robas sueño!
¡Ay Amor que el que te ama
no le llama sufrimiento!
El que ama, vive siempre
esperando tu llamada,
y buscando cerro arriba,
como el que cerro lo baja.
TERESA DE ÁVILA
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Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - Pág. 171-172
El Amor no hay que entenderlo, sino sentirlo. Quienes lo sienten se reconocen y se buscan.
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