En Sueño Profético hablaban de la Ley de Dios y de la ley del hombre; de la exigencia del hombre y de la espera de Dios; de la Paz que Dios nos da y de la intranquilidad que nos da el hombre; de la Sencillez de Dios y del orgullo del hombre.
Dijo uno:
El hombre no cuida su espíritu a sabiendas de que es de Dios –esto el que cree en Dios–, y cuando enferma la carne, Lo llama con exigencia. Dios hay veces que no contesta y ya está haciendo un favor, dejando al hombre curado en alguna intervención, o no dejando que pase un mal que fuera mayor. Pues si se llega a curar porque Dios al hombre dejó, una vez que se ve bien, otra vez vuelve a cuidar la materia, sin ocuparse del préstamo que Dios le tiene hecho. Los espíritus, todos son creados con el mismo fin, todos para la Gloria de Dios, pero Dios deja al hombre a su voluntad, y si quiere se queda con el préstamo en propiedad para Satán. Dios, Dueño del hombre, y aceptando que el hombre no quiera que Dios sea el Dueño.
Esta es la Ley de Dios:
Deja que el hombre sea
dueño de lo que es Dueño Dios,
y deja que el hombre cure,
cuando la cura es de Dios;
deja que el hombre Le exija,
y a veces dando razón,
cuando Dios no le contesta
con un mal que sea mayor,
pero que fuera este mal,
visto a la vista de todos.
El espíritu lo tiene el hombre como favor que haces, que te tienen que estar agradecido; y a la materia, como cristal que valoras, que el roce puede quitarle valor, si de este roce saltara algún pizco del jarrón.
Desperté, oí:
¡Qué razón da este Escrito de cómo es Dios y cómo el hombre!
¡Qué Palabras igualando a espíritu y materia!
Cualquier hombre que quisiera
escribir estas verdades,
él mismo se haría lío
para escribir y decir,
un cuerpo,
pero son dos personajes.
Y se quita Dios, que es Dueño
del espíritu que dio
y de carne permitiendo.
¡Pero si no permitiera,
ya no era Dios del Cielo!
Debía pensar el hombre,
con un parao pensar:
¡primero cuido el espíritu,
por tenerlo que entregar!
Y si el Infierno no quiero,
mejor “pa” poder cuidar.
¿Quién ha visto irse espíritu
con la materia “cargá”?
¿Quién ha dicho, ya se ha muerto
y no se puede enterrar,
porque tanto quiso al cuerpo,
que no lo ha “querío” dejar?
Pues si esto es así,
aunque Dios da Libertad,
hazle a Dios un desprecio
y desprecia Libertad.
Que Dios no puede enfadarse
cuando tú quieras amar.
¡Deja las leyes del hombre
y haz primero las de Dios,
que si cumples las primeras,
en unas Leyes hay dos!
***
Libro 2 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo II - Pág. 72-73-74-75
Cuidamos el envoltorio que queda en la tierra y descuidamos el espíritu que ha de presentarse ante su Dueño.
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