En Sueño Profético decían:
Si Dios no hiciera su Aparición al hombre, ¿cómo el hombre hablar de Gloria? Dios, con su Poder, hace que su Sabiduría se haga Palabras, Sonido y Visión. Pero primero tiene que ocupar con Sabiduría esa inteligencia que a Él le va a servir. Ya, esta inteligencia, va sacando y repartiendo, no siendo siempre las mismas cantidades, ni en medida ni en peso. Estos Depósitos de la Sabiduría de Dios y de su Mando, son Universidades Divinas. De aquí podía el hombre llenar la inteligencia, y ya actuaría la materia en el Camino de Dios.
Dijo uno:
La civilización del hombre viene de las Comunicaciones que Dios hace al hombre. El progreso es inquietud del hombre. Si este Mundo sin materia estuviera incomunicado por Dios, Dios no juzgaba; Dios tendría Aquí espíritus de su Creación que no tuvieran materia, y los que ahí mandara, ahí quedarían: espíritu y carne enterrada; y ya sería un parque de fieras, al que Dios vedaría su paso a la Gloria, quedando un animal más, pero racional. Esto no sería un Dios Poderoso, sería un Poder con tope. Dios es Poderoso infinitamente, y su Sabiduría es sin palabra que pueda disfrazarla. Dicen Aquí, en su Gloria, que “Amén” dicho a Dios es palabra de sabios.
Desperté, oí:
Si un día oyes de Aquí
las Palabras de esta Gloria,
tienes que decir Amén.
Tienes que decir Amén,
porque para comprender,
tiene Dios que hacerte ver,
cuando tú creas en Gloria.
Cuando ya creas y ames,
sencillo verás que Dios
coja a cualquier Lugar
para que de Ella te hable.
Es Enseñanza tan pura,
sin el paso por el hombre,
que aquel que no sea de Dios,
mandaría destrozar
el papel y hasta la carne
por cortar Comunicación.
Pero Dios sigue arrobando.
Pero Dios sigue mandando.
Mandando Sabiduría
y el Instrumento enseñando.
Si el hombre se hace fiera,
sale más perjudicado.
Más que las fieras del campo,
por no ser todo enterrado.
Su espíritu queda vivo,
dando cuentas del pasado.
***
Libro 11 - Te Habla El Profeta - Tomo II - Pág. 48-49-50
El verdadero progreso es el que nos acerca a Dios y el camino es llano porque Dios se acerca a nosotros.
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