En Sueño Profético decían:
Si a Dios contentas dando ayuda al que la pide, más contentas dando ayuda al que ayuda pide para ir dándola. Es justo pedir a Dios por ti, pero es más caridad pedir por otro.
Dijo uno:
Un día, yendo detrás de Dios Hombre, unos cuantos además de sus Discípulos, Le dijo uno:
–Maestro, ¡qué lástima que lo que vas hablando no lo sepan nada más que estos pocos!
Aquí dio la Enseñanza:
–Si Yo sé que mis Palabras quedan en vosotros, mi Padre no manda que Yo las diga. Los pocos que las están oyendo, serán luego en muchos dichas, porque Yo haré que sean cumplidas. Sigue enseñando ese cundir de querer que sepan lo que tú Me estás oyendo. Pues el que sólo oye para él, no Me sirve, ni mi Padre le manda Palabras del Cielo.
Desperté, oí:
Dios quiere
que a Él Le pidas para ti,
sin que te olvides del Prójimo.
¡Qué Enseñanza dejó
para que después enseñaran!
Siempre daba la Enseñanza
dejando al mundo en el centro.
Él hablaba para el mundo,
aunque el mundo no estaba oyendo.
Con los 12 e Israel,
quedó en el mundo su Nombre.
Dios Padre que se hace Dios Hijo
para la Salvación del hombre.
Luego, su Poder ya cunde
lo que no pueden los hombres:
¡Ni más cundir,
ni esconderlo!
***
Libro 15 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo III - Pág. 56-57
Si la Enseñanza queda en nosotros, no servimos al Cielo. Se nos encomienda la labor de cundir, y el Poder de Dios hará lo demás.
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