En Sueño Profético decían:
Si en las contrariedades y en el sufrimiento te sientes cerca de Dios, tú di: “yo amo a Dios”.
Si te molestara oír pedirle cuentas a Dios, tú di: “yo amo a Dios”.
Si al Prójimo vas sin llamarte, tú di: “yo amo a Dios”.
Si la soberbia y la ira desconoces, tu di: “yo amo a Dios”.
El Amor a Dios te cambia los trazos que el hombre normalmente vive.
El Amor a Dios, en el sufrir y en la tristeza, te ofrece algo que no es de la Tierra.
El Amor a Dios, cuando lo admites, es exigente, y a más le des, el más te pide, y tú, contento, siempre recibes aquel Mando que Dios te pide.
Dijo uno:
El Amor a Dios no puede faltarte, si quieres hacer todo lo que Dios mande.
Decía Teresa de Ávila:
No hay cosa más fuerte
que sentir Amor a Dios
por el día y por la noche,
al dormir y al despertar,
con el que tienes amistad
y con el que desconoces.
Que este Amor puede acampar
sin hora, día ni noche.
Desperté, oí:
Es fácil y difícil
llenarte de Amor de Dios.
Fácil, cuando tú has querido,
haciendo lo que Dios mandó
y pensando:
“Esto es poco
para lo que quiero hacer yo”.
Y difícil, cuando empiezas
haciendo comparaciones
de aquel que vive bien
y sabes que a Dios no quiere.
Aquí no acampa el Amor a Dios,
y ya, el Mando de Dios no viene.
Este Mando se conoce
cuando antes de mandar
tú estás diciendo que mande.
No hay quien ame de verdad
y viva sin Dios mandarle.
Si no amas y te manda,
llora después de mandarte.
¡Ay Señor,
que sea tu Mando,
al Amor, el que le mande!
(En este Arrobo hay frases de Teresa de Ávila)
***
Libro 26 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo III - C2
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