Hoy hace trece años que Ana García de Cuenca ya no está entre nosotros con cuerpo, su Espíritu no nos ha abandonado, sigue entre nosotros, consolándonos y haciendo que su presencia sea cada día más viva, ese es el justificante mayor de que ella no es un ser querido más, ella forma parte de las vidas que la creyeron y amaron a ese Dios Vivo que tanto ella pregonó, es ese Amor a Dios que ella infundió, el que mantiene viva la llama de su recuerdo.
Hoy quiero recordar las palabras que ella dedicó a su marido cuando Dios se lo llevó:
"Mi vida la sigo igual porque sé que no estás muerto".
Hoy queremos hacer nuestras estas palabras, a todos los que honramos su presencia con nuestros actos.
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