En Sueño Profético hablaban de estas Enseñanzas, fáciles para el que ama, y difíciles para el que no ama. Decían:
El Amor a Dios son manos para coger la cuchara, y ya ves fácil todo lo que de Dios vaya.
Si no tienes manos, cómo vas a coger la cuchara, con la gran diferencia de que Aquí, aunque quisieras, las manos no te llegaban. Y al Amor a Dios no le hace falta nada, con el espíritu sobra.
¡Qué cierto que a Dios Lo sigue el Amor, se ofrece el querer y lo llama lo que en la Tierra no le responde, y en segundo lugar a Dios ponen!
Todos, menos unos muy escasos, buscan primero al hombre y después a Dios.
Dijo uno:
La Enseñanza del espíritu es dura para el que la enseña, porque antes de hablar, ya sabe la respuesta, pero no puede callar el Mando que de Aquí lleva.
Desperté, oí:
Hacían comparaciones
que respuesta no tenían
por la grande inteligencia.
Hablaban del que sufre el abandono
con un sufrimiento grande.
Del que veía al caído
y más carga quería echarle.
Debería el hombre pensar
lo que sería ver lumbre,
saber que quema,
y tener manos que llegar
hasta que dolor te diera.
Pero si este dolor,
otros dolores remedia,
sientes la satisfacción
que Dios enseñó en la Tierra.
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Libro 25 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo III - C5
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