En Sueño Profético hablaban del Amor a Dios. Decían:
Si no quieres a Dios antes que a todo, piensa que te falta querer en aquello que tu crees que quieres. Si no quieres a Dios antes que a todo, cómo buscarlo para pedirle por aquello que tu crees que quieres tanto.
A Dios tienes que quererlo –tengas o no un querer grande ahí en la Tierra–, para cuando vengas al Cielo. Y si tienes algo tuyo, que Dios te lo dio en el Cielo, era de Dios antes que tuyo.
Dijo Mónica de Agustín:
Yo, cuando vivía con cuerpo, no me podía callar cuando oía a las madres estas palabras: “Yo quiero a mi hijo más que a nadie”.
Mi contestar, pronto oían: “Has dejado en olvido al que deja que lo tengas, teniendo Él ya su sitio, que su nombre es sencillo, y a la vez que tu lo nombras, lo puede aprender el niño, siempre que te oiga el niño decirle: ¡cuánto te quiero!”.
En silencio o en palabras, nombra a Dios que está en el Cielo, y puede que esté también en medio de tu hijo y tú, y tú no lo estés viendo.
Esto, viviendo de ángel. Ahora piensa cuando no necesite brazos y le haya crecido el cuerpo: si se conserva de niño, no te llega sufrimiento.
Pero la Tierra es sucia y el hombre la va abonando con el desprecio al Cielo, y entonces te llega llanto.
Desperté, oí:
Eran palabras de Mónica estas que Aquí vuelve el Cielo a dictar:
Si a Dios no quieres primero,
cuando tu hijo se enferme,
quién te lo puede curar
mejor que Él, que más lo quiere.
Cuando el pecado lo siga
y quisiera aborrecerlo,
si Dios no quisiera más que el hombre,
cómo quitarle ese peso.
Peso que el pecado te dejó,
y el perdón te quitó el peso.
Tienes que querer a Dios
antes que a tu propia carne.
Carne no de tu cuerpo.
Carne que del cuerpo sale.
Si la madre pone al hijo
sin poner a Dios delante,
quítale el nombre de madre.
La Virgen, siendo la Virgen,
ama primero a Dios Padre.
Estas palabras ponían
silencio a muchas madres.
MÓNICA DE AGUSTÍN
***
Libro 26 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo III - C3
No hay comentarios:
Publicar un comentario