En Sueño Profético hablaban de enseñar esta Enseñanza. De aprenderla pero comprendiéndola y aceptándola como dicha en el Cielo, con un Poder que ya del Cielo baja. Si así no se oye se enmaraña la Enseñanza.
Dijo uno:
El mismo que Dios elige se somete a lo que dicta el hombre en todo lo de la Tierra. Tiene que buscar a otro para que coja su misma salud y para que le ayude en las fuerzas que su caminar le exige. El mismo Dios Hijo tiene que aceptar al Padre en lo que el Padre dice, aunque Éste es el mismo. Los Discípulos no Le servían todos para el mismo sitio, ya que unos no podían oír lo que otros habían oído. Que aquello que no podían oír eran palabras para desmentir que no eran del Maestro, para que dieran escándalo publicando los secretos que no eran comprendidos por el que los fuera oyendo.
Todo es por la actuación del cuerpo y del espíritu, palabras y silencio. Maldad para hacer lo claro oscuro. Inteligencia que absorbe lo que ve y que le venda los sentidos para que no dé el color en el lenguaje que ha visto. Y puede que luego Dios lo deje sin colorido.
Desperté, oí:
Si no oyes, no aprendes.
Y si no practicas olvidas lo que has aprendido.
Si la desconfianza se hace amiga tuya te retira de Dios.
Si a lo de Dios le das el sitio de lo del hombre, lo del hombre te retira de Seguirlo.
Te retira porque no ves ganancia y el espíritu del mal te presenta facturas falsas.
Es trabajoso y difícil comprender la Enseñanza cuando llega, de Aquí, Virgen.
Todo por la desconfianza que siempre en el hombre existe.
Existe porque no aprende ni enseña lo que Aquí dicen.
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Libro 67 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VII
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