En Sueño Profético hablaban del contacto del que Dios trae Aquí y del que ve sólo lo de la Tierra. Si el dominio del que lleva de Aquí la Enseñanza, el hombre lo buscará y aceptara sus palabras, muy pocos –por no decir ninguno– perderían esta Gloria.
Dijo uno:
Éste ve edificio antes de empezarlo. Y el fracaso lo vive sin que nadie lo haya pensado. Pero transmitirlo, es difícil explicarlo. Es decisión de un Mando que su entrega acepta porque sabe que su espíritu no engaña, porque no admite fuerza. Fuerza para hacerte pluma y llevarte donde tú no quisieras. La entrega a Dios te abre puertas, te abre ventanas, ventanas para quitar oscuridad, puertas para poder caminar. Ya, con la Luz que el espíritu te da, el espíritu entregado a Dios, nunca puede ser fracasado, aunque así no lo vea el que no esté entregado a la confianza que no es de la Tierra.
Desperté, oí:
Pídele a Dios que te acompañe en todos tus pensamientos.
Y ya, cuando tu boca hable, te llevará a hacer lo bien hecho.
Que aunque otro no lo vea bien, tú sigues camino recto acompañando contento.
Un contento que tú sientes retirando obstáculos que pueda poner el cuerpo.
Es difícil explicar, ver lo que otro no está viendo.
Pero si copian al Elegido, es él el que se lanza el primero.
Si ves que el químico bebe el agua que él analizó primero, si tú temes beberla, para ti, el químico, es un fontanero.
El químico te da la confianza probando él primero el agua.
Y el Elegido te enseña practicando estas Palabras.
Yo pongo la Confianza en Dios, y él me retira o me llama.
Me retira con obstáculos, y me abre puertas que son su llamada.
Aquí no hay diálogo, sólo actúa la Confianza.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C6
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