En Sueño Profético hablaban del espíritu que está con Dios, que rechaza lo que ve que no es de Dios, porque antes lo siente. Lo siente porque Dios, el engaño hace que se quede al descubierto para el espíritu que Aquí trae cuando ahí tiene cuerpo.
Dijo uno:
El espíritu del mal intenta poner el engaño, y aparta de tal manera, que te mete en el fracaso. Él sabrá lo que presenta, que tú ni cuenta te has dado. Pero si crees al Lugar, tú no perderás su contacto, y no moverás un pie sin decir: “¿está bien el paso?”. Y recogerás la respuesta sin enfado y con agrado. Pero como no te enfrentes con los espíritus que te estén engañando, ya te olvidarás del lugar donde Dios, a diario, esté hablando. Día, hora o minuto que el contacto hayas abandonado, piensa que no es al Lugar, es a Dios, que es el que está hablando.
Desperté, oí:
Aprende a conocer lo que va de Dios o lo que va en su contra.
Y no dejes el contacto por lo sucio de la Tierra, aunque te digan: “¡no es malo, yo cumplo la ley puesta!”.
El Amor a Dios no tiene leyes, es el deseo de oír siempre al que Aquí viene.
Que no viene, que lo traen.
El espíritu del mal te retira, y te aconseja que te guardes la verdad y que digas la mentira.
Que presentes el desprecio, por las exigencias de la vida.
Si tú tienes a Dios presente, no puedes pasar un día sin que prestes tu servicio al Dueño de tu cuerpo, que es la Vida.
El espíritu del mal de mil formas te retira, con engaño o con dolencias que no existan.
Se hace dueño del tiempo y de esta Verdad te quita.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C7
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