En Sueño Profético decían:
El hombre que cree en Dios, habla normal de la muerte, y procura hacer el bien para que, cuando su cuerpo entierren, su espíritu, a Dios, sin miedo se presente.
El hombre que cree en Dios, toma esa vida como puente, que sabe que hay que pasarla sin saber si llegará a pasar el puente.
Dijo uno:
No sabe si llegará a pasarlo. Puede quedar en el empiezo, en la mitad, o al terminarlo. Que son los tres puntos de parada: de niño, de padre, o de abuelo.
Si de niño llega muerte, estaba el puente empezando; de padre, por la mitad; y de abuelo, terminándolo.
Pues si el hombre cree en Dios, cómo no le enseña al niño que si llega a pasar el puente, no podrá tener más vida y la muerte le llegó. Por esto hay que vivir la vida haciendo el Mando de Dios, y pensando que en esa vida, el que nace, lleva la muerte de compañera. Que unas veces te avisa para que arregles equipaje; y otras veces se presenta y no avisa, engaña al cuerpo, y el cuerpo salud presenta, que es la muerte repentina.
Desperté, oí:
Si al creer le pones el Amor, ya te sobra el creer.
Y este Amor te hace hacer el bien al Prójimo.
Nombraban en la Vida Eterna esa vida como el paso de un puente, que aunque lo pases entero, el pasarlo, poco dura.
Si esto el hombre lo pensara, esperaría la muerte como cosecha segura.
Y ya él procuraría hacer siembra con buena semilla.
La siembra es cundir que hay otra Vida.
El que esto va cundiendo, lleva acción delante, y camino a la palabra le va abriendo.
La acción retira la duda de que Esto baje del Cielo.
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Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C6
A lo largo del trayecto va aumentando nuestra responsabilidad para recordar a los compañeros de viaje, hacia donde vamos.
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