miércoles, 27 de octubre de 2021

La Ley de Dios es sólo una

En Sueño Profético decían:

No es maldición ni castigo que Dios aparte de su Gloria al que supo de este Caso –hoy único– y pudo hacer que se cundiera por todos los sitios donde hubiera tierra y hombres, ya que Dios es sólo Uno y para Él no existen naciones distintas, ni razas de hombres. Para Dios son todos iguales. Es el hombre el que cambia las leyes para vivir apartado de Dios.

Dijo un espíritu de la Gloria:

¡Qué cierto que para Dios no hay razas ni naciones que Él prefiera!

El hombre quiere cambiar el espíritu y el cuerpo, pero no puede. Poder sería que los cuerpos fueran como los de los animales, todos distintos, como los de las fieras y las aves: unos, con plumas, volando; y otros, devorándose. Éstos no necesitan del hombre: unos se alimentan de lo que da la tierra y otros matan sin herramientas y sin dueño que los castigue, porque su nombre es el de fieras.

Ya se han comparado dos tipos de animales, en los que hay una gran diferencia. Ahora imagínate que los hombre tuvieran, unos, tres piernas, y otros, dos; unos tuvieran los ojos en la cabeza y otros la boca en la cara; que unos fueran vestidos y que a otros no les hiciera falta ropa porque su piel fuera vestida de cordero; a unos verlos comer usando cuchara, y a otros verlos coger la comida con la boca; hablar que no supieran todos: que unos, para entenderse, hablaran, y otros, que se entendieran por señas; que se pusieran enfermos sin darse cuenta y sin importancia oírlos decir: “se ha muerto”.

Desperté, oí:

En este arrobo hacían comparaciones del hombre con el animal.

Si lo que se ha dicho, así fuera, no habría Gloria ni Infierno.

Y ya sería el hombre como el animal. Que esto es lo que quieren hacer los que a Dios no aman, tanto los Representantes de Dios como los seglares.

La “carne que Dios une”, el hombre la rompe.

Y la Iglesia tiene a Dios sufriendo por romperla y por aceptarlo.

Si los hombres, para Dios, no fueran todos iguales, algunos se verían como se ven en la Tierra los animales.

Esto hace falta que el hombre lo estudie.

La Ley de Dios es sólo una: amarse todos como Él ama al hombre.

Si el hombre fuera como el animal, ya se habría acabado el mundo material.

El espiritual ve el hombre que no puede cambiarlo, porque en éste no le da Dios Libertad.

Termina el Mensaje diciendo: ¡Es pena grande que Dios espere a pocos en su Gloria, porque el adelanto haya puesto al hombre como al animal, diciendo: “esto no es malo”!

***

Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C1

1 comentario: