En
Sueño Profético decían:
Aparta
los sufrimientos y vive esta alegría, que hoy no hay quien la iguale y pueda
decir: “A mí me pasa igual”.
Esta
alegría tan grande intentan que no sea grande los espíritus del mal.
Dijo
un espíritu con Mando de Dios:
Se ve
más que Esto no es de la Tierra por el poco valor que le dan a estos Mensajes,
dichos en la Gloria Eterna.
Era
para que la calle del que Dios le habla –con los reconocimientos que éste puede
presentar– estuviera llena de gente pidiendo cita para poder con este Elegido
hablar, y que tuvieran años de espera para poder oír de ella una palabra
ligera. Pero por ser Esto de Dios, como falta creer y amar, gran sufrimiento
dan.
Era
para que llevaran en la boca guardadas estas Palabras: “Tú lo has dicho y yo te
doy el amén, porque ese “dicho” es de Dios”. Esto sería creer en Dios.
Desperté,
oí:
Decían
en la Gloria, que el hombre que conoce Esto, no le da el valor que tiene y a la
vez mira al Cielo.
Hace
falta pregonar todos los Libros que aquí hay, porque Esto da miedo tenerlo tan
quieto.
Cuando
se publiquen en Libros la cantidad de Mensajes que hay, habrá a quienes no les
llegue el sueño, de pensar lo mal que lo han hecho.
Si no
se pudieran presentar de esta Grandeza Divina los reconocimientos que tiene,
tendrían disculpa el día que muriesen sus cuerpos.
¡Pero
cómo Dios perdonar al que desprecia y hace sufrir al Lugar que Dios tiene con
preferencia a los demás!
Que
esta preferencia la pidió el Amor que a Dios Le mandó.
No
dejes de buscar donde Escándalo mayor puedan dar.
¡Si el
hombre pensara en el Poder de Dios! Que este pensar pronto te llega si piensas
en la poca lluvia que ha caído en la tierra.
Con
lluvia nada más, el mundo acabaría ya.
Dios
tiene que hacer ver un poco su Poder.
Para
que el hombre diga en algunos momentos: “Señor, ¡qué bueno eres!”.
“Que
no dejas el mar seco y que la Tierra no deje de moverse.
O que
el día sea tan largo, que la noche no llegue.
Y si
pone Poder en la noche, el día se esconde.”
Esto
es un poco del Poder que Dios tiene.
***
Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C2
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