En Sueño Profético se oía canto sin letra, y
más bien se oía alejarse como un eco. Cuando ya se oía lejos, otra vez volvía
el eco. Ya hablaron palabras sin oírse el eco:
Es canto de Gloria, son espíritus sin cuerpo, inocencia Divina de
niños donde no entra pecado hasta que dejen de ser niños. Que si los mayores
no pusieran en amistad al pecado con el niño, el niño no deseaba pecado, ni
de hombre ni de niño. Y haría lo que Dios tiene mandado: unión de carne con
dos espíritus. Pero pensando que esta unión que tú has unido Dios te dejó,
que pudo ser impedida como queda el paralítico. Pues si llegara a enfermar
esa carne tienes tú que continuar como si se te enfermara una pierna y
tuvieran que cortarla. Siempre te oirían decir: “Es mi pierna y a nadie yo se
la doy, tan sólo la doy a la Tierra”. Y cuando te vean andar ya saben que
nadie tiene aquello que tuyo era. Que cuando deje de ser tuyo es porque pasa
a la Tierra.
Desperté, oí:
Alababan a Dios Padre los Ángeles y los niños, pidiéndole por los
hombres.
¡Cómo el hombre quiere borrar todo lo que Dios tiene escrito para
Salvación del hombre!
Quiere destrozar lo unido y premiar al que destroce con sus consejos
y sus escritos.
Anular a la pureza y poner al pecado como culto.
Y acostumbrar al hambriento a que maneje alimento sin llegar, aunque
caiga desvalido sin poderse levantar.
El que crea esto en razón, mal cosecha puede dar.
Por algo el hombre es hombre y el animal, animal.
El hombre tiene su espíritu y el animal vacío está y jamás pasa de
ese mundo.
El hombre, siendo animal, razonando para el bien o para el mal, tiene
después de ese mundo dos sitios donde tiene Eternidad.
Debería de pensar el hombre en que la muerte le llega.
Y sería buen pensar para el que sus leyes no cumpliera.
Pero tiene más delito el que quiere anular las de Dios y poner las de
la Tierra.
Todo es vivir sin Dios cultura, que te lo demuestran cuando apartan
la religión.
***
Libro 69 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VIII
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