En Sueño Profético decían:
Esta Gloria es para todos, pero todos no entran en esta Gloria. Unos no la merecen, otros no la quieren, y mayoría no creen en la Gloria. A los que no se la merecen, Dios no se la da, porque Dios es Justicia Divina. A los que no la quieren, como Dios es Libertad, el dársela sería a la fuerza, y ya Dios copiaría del hombre, siendo Dios el que la vida les deja. Los que no creen, han rechazado su Enseñanza y han vuelto la espalda. Aquí Dios no puede hacer nada.
¡Gloria, de la que Dios no retira su Enseñanza por los que aman y adoran!
Dijo uno:
Que nunca se crea el hombre, que Dios busca al que a Él le da la espalda, que si alguna vez repite, es por otro hombre que hubiera y pueda querer su Enseñanza.
Pero el que desprecie la Gloria con la vida que ahí haga, Aquí no le sirve el lingote de oro con el que pagara; no llegarían los llantos del que Gloria quiera darla.
Desperté, oí:
La Gloria tiene su precio,
un precio de gran caudal.
Pero no hay dinero
para poderla pagar.
Parecen contradecirse
las dos frases ya “dictás”.
Ahora, estas dos que vienen,
ya te hacen el pensar:
Es un precio sin dinero,
y es un gran caudal.
Y no puedes regalarlo,
ni tampoco obligar.
Pero la pena más grande
es que Dios te quiera entrar
sin utilizar el Dios,
porque ya no sería amar.
Esta Gloria llama y niega.
Llama al que coge su Camino,
y niega al que por fuerza lo llevan.
Final y precio de Gloria:
Amor, ya crees y ya entras.
***
Libro 11 - Te Habla El Profeta - Tomo II - C6
martes, 11 de agosto de 2015
lunes, 10 de agosto de 2015
La conversión del caballero
En Sueño Profético contaban un hecho que ocurrió a Juan de la Cruz:
“Estando Juan un día contando las maravillas que Dios puede hacer en un alma, y que él tantas veces había presenciado, se acercaron unos caballeros muy conocidos por los títulos y escudos que habían heredado de familia en familia. Eran hombres que después de ellos no valía nada. Eran hombres acostumbrados a que les abrieran las puertas antes de coger aldabón, porque para eso pagaban. Eran hombres que no eran malos ni buenos. Eran color que al sol dejas sin preocuparte de que ya tuvo colorido, y después color no sabes, cuando el sol se haya escondido. Pero ni antes ni después podías dar valor al colorido. Antes y después pasabas sin decir feo ni bonito. Pues esto eran estos hombres que a Juan quisieron callarlo en su referir de Dios, de lo que había él mismo presenciado”.
Yo pronuncié esto que Aquí se ha dictado. Ahora sigue Juan:
“Un día, ya que aquello yo lo había olvidado, se presento en mi busca aquel personaje, pero ya no era el mismo. Empezó contándome que él nunca creía que yo tuviera llamada del Cielo, que primero lo perdonara antes de contarme lo que había pasado. Yo sentí algo, que me decía que no era el mismo hombre. Ya se tapó sus ojos y no obedecieron sus lágrimas, y dijo: “Me he visto no pisando tierra y hablando alguien dentro de mi mismo cuerpo. Fue susto, alegría, gozo… Era alguien como tú. Estando con unos amigos, de pronto yo empecé a hablar, pero sin mi voz ni mi forma de explicar. Todos los que me oían se pusieron de pie y a la misma voz dijeron: “¡Tú eres Juan de la Cruz!”. Yo te diré mi sentir: “era yo el que hablaba, pero la voz salía de dentro de mí, pero palabras y voz no eran mías, y sin poder yo parar aquello que dentro de mi cuerpo vivía, pude decir ya quién era, por si no me conocían. Tuve que decir: “Soy Juan, pero es Dios el que en este momento me guía”.
Desperté, oí:
Quiso Dios que todos vieran
lo que él no veía en Juan.
Ya estos amigos suyos
a Juan querían buscar.
Dios hace la Elevación,
lo mismo que en Juan la hacía,
pero hace la Visión
en los que no lo creían.
Es doble Mando de Dios,
actuar primero en Juan,
y a Juan, luego, Dios mandó
a que su imagen la vieran
para hacer la conversión.
Juan de la Cruz iba siempre
pensando y hablando de Dios.
JUAN DE LA CRUZ
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - C4
“Estando Juan un día contando las maravillas que Dios puede hacer en un alma, y que él tantas veces había presenciado, se acercaron unos caballeros muy conocidos por los títulos y escudos que habían heredado de familia en familia. Eran hombres que después de ellos no valía nada. Eran hombres acostumbrados a que les abrieran las puertas antes de coger aldabón, porque para eso pagaban. Eran hombres que no eran malos ni buenos. Eran color que al sol dejas sin preocuparte de que ya tuvo colorido, y después color no sabes, cuando el sol se haya escondido. Pero ni antes ni después podías dar valor al colorido. Antes y después pasabas sin decir feo ni bonito. Pues esto eran estos hombres que a Juan quisieron callarlo en su referir de Dios, de lo que había él mismo presenciado”.
Yo pronuncié esto que Aquí se ha dictado. Ahora sigue Juan:
“Un día, ya que aquello yo lo había olvidado, se presento en mi busca aquel personaje, pero ya no era el mismo. Empezó contándome que él nunca creía que yo tuviera llamada del Cielo, que primero lo perdonara antes de contarme lo que había pasado. Yo sentí algo, que me decía que no era el mismo hombre. Ya se tapó sus ojos y no obedecieron sus lágrimas, y dijo: “Me he visto no pisando tierra y hablando alguien dentro de mi mismo cuerpo. Fue susto, alegría, gozo… Era alguien como tú. Estando con unos amigos, de pronto yo empecé a hablar, pero sin mi voz ni mi forma de explicar. Todos los que me oían se pusieron de pie y a la misma voz dijeron: “¡Tú eres Juan de la Cruz!”. Yo te diré mi sentir: “era yo el que hablaba, pero la voz salía de dentro de mí, pero palabras y voz no eran mías, y sin poder yo parar aquello que dentro de mi cuerpo vivía, pude decir ya quién era, por si no me conocían. Tuve que decir: “Soy Juan, pero es Dios el que en este momento me guía”.
Desperté, oí:
Quiso Dios que todos vieran
lo que él no veía en Juan.
Ya estos amigos suyos
a Juan querían buscar.
Dios hace la Elevación,
lo mismo que en Juan la hacía,
pero hace la Visión
en los que no lo creían.
Es doble Mando de Dios,
actuar primero en Juan,
y a Juan, luego, Dios mandó
a que su imagen la vieran
para hacer la conversión.
Juan de la Cruz iba siempre
pensando y hablando de Dios.
JUAN DE LA CRUZ
***
Libro 12 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo II - C4
domingo, 9 de agosto de 2015
La palabra "bueno"
En Sueño Profético hablaban de la palabra “bueno”.
Dijo Juan:
Veníamos ya de regreso y el día ya iba acabando, cuando dos se acercaron al Maestro, y uno dijo:
–Vamos a salir de dudas, ¿quién de todos nos podría decir lo que es un hombre bueno?
Todos fueron apartándose hasta dejar verse al Maestro.
Dijo el mismo:
–Queríamos saber, Maestro, lo que es un hombre bueno.
–Yo sabía que tú venías por lo que hablaste en el huerto: “¡Para ser un hombre bueno, no hace falta que obedezcas al Maestro, ni que quieras su consejo!”. ¿A que esto era lo que estabas hablando en el huerto?
Contestó uno:
–Yo temía que vinieran a contártelo todo. Yo sé el que fue, uno que hablaba mucho del Maestro.
Otra vez se oye al Maestro:
–No puede ser hombre bueno
el que diga las palabras
que tú dijiste en el huerto.
Hombre bueno es
el que ama a Dios del Cielo,
el que oye sus Palabras,
y el que siempre obedeciendo,
contento ama a mi Padre,
que todo lo ve desde el Cielo.
Este mismo supo en Mí,
lo que tú hablaste en el huerto.
Desperté, oí:
De piedra quedó este hombre
cuando oyó hablar al Maestro.
De piedra quedó y oyendo
lo que era un hombre bueno.
El tenía que cambiar,
lo primero, amar a Dios,
y luego ya, lo demás.
Si amaba a Dios,
hombre bueno era ya.
Él quería que Dios dijera
lo que un hombre bueno era.
Cuando el Maestro le dijo,
que el Padre en Él lo sabía,
le retiraron palabras,
y la voz no le salía.
Le entró un remordimiento,
pensando, que el que no ama,
no puede ser hombre bueno.
Bueno no puedes decir
a aquel que está sin contacto
de la Gloria que hay Aquí.
***
Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C2
Dijo Juan:
Veníamos ya de regreso y el día ya iba acabando, cuando dos se acercaron al Maestro, y uno dijo:
–Vamos a salir de dudas, ¿quién de todos nos podría decir lo que es un hombre bueno?
Todos fueron apartándose hasta dejar verse al Maestro.
Dijo el mismo:
–Queríamos saber, Maestro, lo que es un hombre bueno.
–Yo sabía que tú venías por lo que hablaste en el huerto: “¡Para ser un hombre bueno, no hace falta que obedezcas al Maestro, ni que quieras su consejo!”. ¿A que esto era lo que estabas hablando en el huerto?
Contestó uno:
–Yo temía que vinieran a contártelo todo. Yo sé el que fue, uno que hablaba mucho del Maestro.
Otra vez se oye al Maestro:
–No puede ser hombre bueno
el que diga las palabras
que tú dijiste en el huerto.
Hombre bueno es
el que ama a Dios del Cielo,
el que oye sus Palabras,
y el que siempre obedeciendo,
contento ama a mi Padre,
que todo lo ve desde el Cielo.
Este mismo supo en Mí,
lo que tú hablaste en el huerto.
Desperté, oí:
De piedra quedó este hombre
cuando oyó hablar al Maestro.
De piedra quedó y oyendo
lo que era un hombre bueno.
El tenía que cambiar,
lo primero, amar a Dios,
y luego ya, lo demás.
Si amaba a Dios,
hombre bueno era ya.
Él quería que Dios dijera
lo que un hombre bueno era.
Cuando el Maestro le dijo,
que el Padre en Él lo sabía,
le retiraron palabras,
y la voz no le salía.
Le entró un remordimiento,
pensando, que el que no ama,
no puede ser hombre bueno.
Bueno no puedes decir
a aquel que está sin contacto
de la Gloria que hay Aquí.
***
Libro 3 - La Palabra del Creador - Tomo I - C2
sábado, 8 de agosto de 2015
Esta mujer fue ejemplo de pueblos y capitales
En Sueño Profético decían:
El bien y el mal,
solos se presentan.
El bueno con el malo,
tienen su diferencia.
Del malo no se ocupan.
Del bueno cuentan y cuentan,
queriendo el bien achicar,
y sin caer en la cuenta
que el bien Dios lo manda ya,
con una u otra envoltura,
pero dentro bien irá.
Puede que en lo que va envuelto
te confundas tú al mirar.
Pues si a Dios no llevas dentro,
difícil diferenciar
lo que Dios manda del Cielo.
Dijo una mujer:
Por la puerta de mi casa pasaba todos los días una mujer para rezar dentro de la Iglesia del pueblo. Esta mujer era joven y valor le dabas al verla. Tenía también dinero y hacía vida de claustro. Cuando entraba en la Iglesia, todos quedaban mirando. El que vivía con Dios, a Dios veía a su lado. El que del Prójimo no sabía, sus juicios hacía malos.
Ya, una mañana, al pasar por mi casa, tenía yo a uno de mis hijos en brazos y a dos que me tiraban de la falda pidiendo caprichos de unos dulzajos que pasaban vendiendo. Ella se paró y me dijo:
“Acepte que yo cuide de los caprichos de sus hijos hasta que conozcan lo que pueden comprar o no. Vivo sola y vengo de la capital porque el pecado me persigue. Soy abandonada por mi marido. Él vive pecando, y yo me he venido al pueblo para que me conozcan hacer el bien y que este pueblo me guarde. Por mucho que yo dé, no pago el haber ahuyentado el pecado”.
Desperté, oí:
Esta mujer fue ejemplo
de pueblos y capitales.
Cuando el marido se fue,
ella se quedó llamando a Dios,
pidiendo por él.
Un cambio hace a la Gloria:
encarcelarse del mundo
y hacer la misericordia.
Y que esto a Dios llegara,
para que los pecadores,
del pecado se quitaran.
La Iglesia la fue llenando:
unos, copiando de ella;
otros, gracias iban dando.
A medio pueblo socorría
de sus rentas que guardaba.
Y su marido volvió
enfermo y abandonado.
El pueblo lo recibió,
y abrazo quedó sellado
con el ruego y la oración.
Para huir del pecado
tienes que querer a Dios.
***
Libro 14 - Dios Manda en su Gloria que Enseñen - Tomo II - C4
El bien y el mal,
solos se presentan.
El bueno con el malo,
tienen su diferencia.
Del malo no se ocupan.
Del bueno cuentan y cuentan,
queriendo el bien achicar,
y sin caer en la cuenta
que el bien Dios lo manda ya,
con una u otra envoltura,
pero dentro bien irá.
Puede que en lo que va envuelto
te confundas tú al mirar.
Pues si a Dios no llevas dentro,
difícil diferenciar
lo que Dios manda del Cielo.
Dijo una mujer:
Por la puerta de mi casa pasaba todos los días una mujer para rezar dentro de la Iglesia del pueblo. Esta mujer era joven y valor le dabas al verla. Tenía también dinero y hacía vida de claustro. Cuando entraba en la Iglesia, todos quedaban mirando. El que vivía con Dios, a Dios veía a su lado. El que del Prójimo no sabía, sus juicios hacía malos.
Ya, una mañana, al pasar por mi casa, tenía yo a uno de mis hijos en brazos y a dos que me tiraban de la falda pidiendo caprichos de unos dulzajos que pasaban vendiendo. Ella se paró y me dijo:
“Acepte que yo cuide de los caprichos de sus hijos hasta que conozcan lo que pueden comprar o no. Vivo sola y vengo de la capital porque el pecado me persigue. Soy abandonada por mi marido. Él vive pecando, y yo me he venido al pueblo para que me conozcan hacer el bien y que este pueblo me guarde. Por mucho que yo dé, no pago el haber ahuyentado el pecado”.
Desperté, oí:
Esta mujer fue ejemplo
de pueblos y capitales.
Cuando el marido se fue,
ella se quedó llamando a Dios,
pidiendo por él.
Un cambio hace a la Gloria:
encarcelarse del mundo
y hacer la misericordia.
Y que esto a Dios llegara,
para que los pecadores,
del pecado se quitaran.
La Iglesia la fue llenando:
unos, copiando de ella;
otros, gracias iban dando.
A medio pueblo socorría
de sus rentas que guardaba.
Y su marido volvió
enfermo y abandonado.
El pueblo lo recibió,
y abrazo quedó sellado
con el ruego y la oración.
Para huir del pecado
tienes que querer a Dios.
***
Libro 14 - Dios Manda en su Gloria que Enseñen - Tomo II - C4
viernes, 7 de agosto de 2015
Servir a Dios o servir al hombre
En Sueño Profético hablaban de servir a Dios o de servir al hombre. Decían:
El que Le sirve a Dios, le sirve al hombre. El que no Le sirve a Dios, cumple el mando del hombre, pero no es buen servidor.
El que hace servicio a Dios, no puede hacer nada que enseñe a vivir pecado.
Hay quien no ve pecado hasta que no está condenado. Y hay quien lo ve, aunque lo que vaya a hacer no sea pecado. Pero puede, el espíritu que está en contra de la Palabra de Dios, llevarte a que llegue el pecado, o a que otros piensen que estás pecando.
Que el que piense que es un ladrón, el que vea romper las cerraduras, haciendo gestos y escondiéndose, no peca si dice: “Yo le vi que quería entrar a robar abriendo la puerta”.
Si lo que estuvieras haciendo no fuera lo que Dios tiene mandado, no lo hagas, porque vas enseñando a que otro lo haga; y puede llegar al pecado si no tiene Amor a Dios o temor, que son las os razones para no pecar.
Desperté, oí:
Si por tu forma de vivir haces que pequen, aunque tú no lo hicieras, ya estás pecando.
Hace a más buenos el que no peca y el que evita que piensen que estás pecando con tu forma de vivir, que el que no peca y se ocupa de ir enseñando.
Hay quien sabe que va a haber sol aunque esté nublado.
Y hay quien ve el sol y no ve claro.
Dios Hombre encargaba a sus Discípulos:
“Todo lo que hagáis, pensad que lo puede hacer otro”.
“Y puede que no crea en mi Reino o no crea en los espíritus del mal, y ya vais haciendo pecadores”.
“Si vais disgustándome a Mí, vais contentando a los demonios”.
“Si vais enseñando de lo que Yo digo con Palabras, no dejaos atrás la presentación”.
“Saben más que soy Dios por los hechos y la presentación, que por decir: “Yo soy Dios”.
“Aprended a no pecar y enseñad a no dar escándalo, aunque vosotros no estéis pecando”.
***
Libro 16 - Dios No Quiere, Permite - Tomo II - C2
El que Le sirve a Dios, le sirve al hombre. El que no Le sirve a Dios, cumple el mando del hombre, pero no es buen servidor.
El que hace servicio a Dios, no puede hacer nada que enseñe a vivir pecado.
Hay quien no ve pecado hasta que no está condenado. Y hay quien lo ve, aunque lo que vaya a hacer no sea pecado. Pero puede, el espíritu que está en contra de la Palabra de Dios, llevarte a que llegue el pecado, o a que otros piensen que estás pecando.
Que el que piense que es un ladrón, el que vea romper las cerraduras, haciendo gestos y escondiéndose, no peca si dice: “Yo le vi que quería entrar a robar abriendo la puerta”.
Si lo que estuvieras haciendo no fuera lo que Dios tiene mandado, no lo hagas, porque vas enseñando a que otro lo haga; y puede llegar al pecado si no tiene Amor a Dios o temor, que son las os razones para no pecar.
Desperté, oí:
Si por tu forma de vivir haces que pequen, aunque tú no lo hicieras, ya estás pecando.
Hace a más buenos el que no peca y el que evita que piensen que estás pecando con tu forma de vivir, que el que no peca y se ocupa de ir enseñando.
Hay quien sabe que va a haber sol aunque esté nublado.
Y hay quien ve el sol y no ve claro.
Dios Hombre encargaba a sus Discípulos:
“Todo lo que hagáis, pensad que lo puede hacer otro”.
“Y puede que no crea en mi Reino o no crea en los espíritus del mal, y ya vais haciendo pecadores”.
“Si vais disgustándome a Mí, vais contentando a los demonios”.
“Si vais enseñando de lo que Yo digo con Palabras, no dejaos atrás la presentación”.
“Saben más que soy Dios por los hechos y la presentación, que por decir: “Yo soy Dios”.
“Aprended a no pecar y enseñad a no dar escándalo, aunque vosotros no estéis pecando”.
***
Libro 16 - Dios No Quiere, Permite - Tomo II - C2
martes, 4 de agosto de 2015
Preparado para sufrir
En Sueño Profético vi la Imagen de Dios Hijo, de espaldas y con un madero al hombro, y dijo uno:
Esta estampa la vivió Dios Hijo cuando los “sin Dios” ponen punto final a su martirio, y Lo llevan al Calvario, donde le dan destrozo a su Carne. Esta Visión que Dios hace es la que se debe a estas Palabras: “El que quiera, coja la cruz y Me siga”.
Estas Palabras no son bien interpretadas por el hombre. Hoy, aquí, en este Dictado, queda aclarado el porqué de estas Palabras que con tanta fuerza se repiten en el Evangelio: Dios no dijo que Él le daría, al que Lo quisiera, martirio de cruz porque dijera: “coja la cruz y Me siga”. Pon Amor y comprenderás, que el que a Él Lo quería, Lo seguía, pero Él tenía que advertirles que el hombre les daría martirios por creer y quererlo, y esto ya era seguirlo con su cruz, como su Maestro.
Dios no hubiera querido nunca que lo que Él pasó, lo hubieran pasado los que eran suyos, pero la Libertad Él la da antes que el Amor, para que sea Amor con Libertad, que es el verdadero Amor: Amor que es Vida Eterna, que tan sólo este Amor te hace que a Dios lo quieras, olvidándote de todo.
El que se une a Dios, coge cruz, porque el hombre se la pone, que en esta cruz se convierte la persecución y el sufrir, que tú ya aceptas por seguir un sufrir a sabiendas.
Desperté, oí:
Cuando Dios vivió de Hombre, el que no Lo siguió, ni sufrió ni lo persiguieron.
Éste no cogió cruz.
Éste, cuando Dios dijo estas Palabras, no anduvo detrás de Él.
Volvió la espalda y se apartó sin cruz y sin Gloria.
Porque el seguirlo era creerlo y amarlo. Al creerlo y amarlo, ya te pondrían cruz.
Esto es la interpretación de estas Palabras evangélicas, dichas muchas veces pasando sólo por la boca.
Dios advierte con Amor, y da Libertad, para que el que quiera seguirlo, sepa que el que no ama le pondrá cruz.
“El que quiera, coja la cruz y Me siga”: esta Humildad se la vieron a Jesús.
Y llegó hasta el Calvario, donde Lo vieron morir.
Que esta palabra la ponen, porque si dicen “mataron”, nadie la podría oír.
El que dice “amo a Dios”, ya está preparado para sufrir.
Pero el que ama a Dios, a Dios tiene que seguir.
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - C2
Esta estampa la vivió Dios Hijo cuando los “sin Dios” ponen punto final a su martirio, y Lo llevan al Calvario, donde le dan destrozo a su Carne. Esta Visión que Dios hace es la que se debe a estas Palabras: “El que quiera, coja la cruz y Me siga”.
Estas Palabras no son bien interpretadas por el hombre. Hoy, aquí, en este Dictado, queda aclarado el porqué de estas Palabras que con tanta fuerza se repiten en el Evangelio: Dios no dijo que Él le daría, al que Lo quisiera, martirio de cruz porque dijera: “coja la cruz y Me siga”. Pon Amor y comprenderás, que el que a Él Lo quería, Lo seguía, pero Él tenía que advertirles que el hombre les daría martirios por creer y quererlo, y esto ya era seguirlo con su cruz, como su Maestro.
Dios no hubiera querido nunca que lo que Él pasó, lo hubieran pasado los que eran suyos, pero la Libertad Él la da antes que el Amor, para que sea Amor con Libertad, que es el verdadero Amor: Amor que es Vida Eterna, que tan sólo este Amor te hace que a Dios lo quieras, olvidándote de todo.
El que se une a Dios, coge cruz, porque el hombre se la pone, que en esta cruz se convierte la persecución y el sufrir, que tú ya aceptas por seguir un sufrir a sabiendas.
Desperté, oí:
Cuando Dios vivió de Hombre, el que no Lo siguió, ni sufrió ni lo persiguieron.
Éste no cogió cruz.
Éste, cuando Dios dijo estas Palabras, no anduvo detrás de Él.
Volvió la espalda y se apartó sin cruz y sin Gloria.
Porque el seguirlo era creerlo y amarlo. Al creerlo y amarlo, ya te pondrían cruz.
Esto es la interpretación de estas Palabras evangélicas, dichas muchas veces pasando sólo por la boca.
Dios advierte con Amor, y da Libertad, para que el que quiera seguirlo, sepa que el que no ama le pondrá cruz.
“El que quiera, coja la cruz y Me siga”: esta Humildad se la vieron a Jesús.
Y llegó hasta el Calvario, donde Lo vieron morir.
Que esta palabra la ponen, porque si dicen “mataron”, nadie la podría oír.
El que dice “amo a Dios”, ya está preparado para sufrir.
Pero el que ama a Dios, a Dios tiene que seguir.
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - C2
lunes, 3 de agosto de 2015
La oración hace de puente de Cielo a Tierra
Me quedé toda la noche levantada haciendo oración, y aunque dormirme quería, no tenía sueño. Sentí el no dormirme, por no tener Sueño Profético.
Y estando pensando esto, oí:
Puede haber Comunicación, pero arrobo no.
Puede haber Visión de distintas maneras. La oración llama a los espíritus de la Gloria.
La oración hace de puente de Cielo a Tierra, y el empiezo es en la Tierra.
Hablaban palabras del sufrir que pone el hombre. Decían:
Hay más sufrir buscado,
que sufrir esperado.
A Dios, hace más sufrir,
el que Dios más le manda.
No es manda de mandar,
porque Dios a nadie manda.
Dios deja la Libertad,
y a ti, si es que Lo amas,
ya Él te empieza a mandar.
Pero el mando primero,
es mando de bienestar.
Casi siempre mal se porta
el que Dios más bien le da.
A veces viene un sufrir,
para sufrir enmendar.
La oración es la que sirve
para el bien y para el mal.
***
Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - C3
Y estando pensando esto, oí:
Puede haber Comunicación, pero arrobo no.
Puede haber Visión de distintas maneras. La oración llama a los espíritus de la Gloria.
La oración hace de puente de Cielo a Tierra, y el empiezo es en la Tierra.
Hablaban palabras del sufrir que pone el hombre. Decían:
Hay más sufrir buscado,
que sufrir esperado.
A Dios, hace más sufrir,
el que Dios más le manda.
No es manda de mandar,
porque Dios a nadie manda.
Dios deja la Libertad,
y a ti, si es que Lo amas,
ya Él te empieza a mandar.
Pero el mando primero,
es mando de bienestar.
Casi siempre mal se porta
el que Dios más bien le da.
A veces viene un sufrir,
para sufrir enmendar.
La oración es la que sirve
para el bien y para el mal.
***
Libro 7 - Investigaciones a La Verdad - Tomo I - C3
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