En Sueño Profético vi un grupo de gente y un cementerio. Pero esta gente estaba fuera del cementerio.
Se quitó aquella Visión y vi un edificio grande. Se oían gritos de dolor de carne, gritos, que si oyes, tienes que acudir aunque la Caridad no viva en ti.
Ya se vio un caserón que una muralla lo guardaba, y unas torres que solo un hombre estaba.
Ya dijo uno:
Lo que Dios ha hecho Visión para el espíritu ha sido cementerio, hospital y cárcel.
Lo que menos cree el hombre es lo más cierto y lo más seguro: que el hombre muere –su cuerpo–, pero no el espíritu.
Este grupo de gente que se ha visto estaba fuera del cementerio, porque allí no estaban sus espíritus. Allí ya no había nada: unas losas y unos apellidos. Pero ellos no eran muertos. Ellos estaban Vivos. Éstos puede ayudarte si tú a Dios se lo pides.
El hospital daba pena si alguien oye los gritos.
La cárcel tenía silencio, a pesar de que era sitio de hombres que se guiaron por los malos espíritus.
Desperté, oí:
De los tres sitios de Visión –que Dios hace dos–, si el hombre practicara las Palabras de Dios, un sitio no existía.
Y el otro podía santificar a muchos si practicaran la Caridad.
Practicando las Palabras de Dios, no existía la cárcel.
La cárcel es sitio que el espíritu del mal mantiene.
La cárcel existe por el pecado.
El hombre admite el pecado, enseña a pecar y le tiene por vivienda la cárcel.
Si el hombre amara a Dios, el mundo material sería un rebaño.
¡Enseña a que viva el hombre desconociendo la cárcel!
¡Queriendo mucho a la Gloria y siempre con Dios delante!
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Libro 17 - Investigaciones a La Verdad - Tomo II - Pág. 228-229-230
Si en el hospital y en la cárcel actuara nuestra caridad, uno sería lugar de purificación y el otro de conversión.
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