En Sueño Profético hablaban de muchas cosas distintas una de otras. Comparaban carne y espíritu: sacrificio para la carne y abandono a las cosas del espíritu. Prontitud a la carne y demora al espíritu. Decían:
¿Quién ha visto u oído a uno que se esté ahogando, y otro lo esté viendo y le diga: “¡Aguanta, mañana vengo!”?
¿Y a uno veas desangrándose, y también le digas: “¡Ya vengo!, todavía te queda sangre dentro del cuerpo. Yo me voy a una fiesta. ¡Ya vendré un día de éstos!”?
¿Y al que se pegó una caída y lo viste en el suelo? Tampoco dijo el que lo vio: “Llevo prisa. Como ya estás en el suelo y no te puedes caer aunque te diera mareo, ¡cuenta que vengo mañana! ¡Yo creo que mañana puedo!”.
Ahora, un niño que ves llorando y enrojecido se ha puesto, porque algo se ha tragado. Tú saliendo por las puertas, porque te están esperando, y si no acudes te vendrían grandes pérdidas. ¿Qué crees tú que harías? Aquí dejamos en blanco, para que tú, al pensar, letrero te vayas dando.
Ahora di que te van a dar un gran dinero, o una joya, o abrir un testamento que el heredero eres tú, ¿también lo dejas para cuando tengas tiempo? Todo esto es para la vanidad de la exigente materia.
Y ya, si haces un trabajo y tienes un cargo que vitorean lo que has hecho, aquí haces del día y la noche una siembra para el tiempo; y tienes tiempo de sobra, y te ofrecerán dinero; y dejas al espíritu como queda el pordiosero, que nunca te alcanzará ni el tiempo ni el dinero, y tendrás al espíritu en un puro sufrimiento.
Desperté, oí:
¿Quién amaría de verdad,
y tendría esto en quietud
25 años ya?
Cuando un año era mucho
para estar a escala mundial.
Ponían en Gloria razones
que daban miedo
al poder que el hombre tiene.
Esta que dictan,
repetían varias veces:
¡Hombres vacíos de Dios,
que buscan el resplandor
de la Tierra!
¡Hombres que guardan a Dios
aquello que Dios les deja
por un tiempo que es bien corto,
aunque él largo se crea!
¡Hombres con gran inquietud
a las cosas pasajeras!
Sin pensar:
“Yo, cuando muera,
me tengo que presentar
al que hoy a mí me deja
con toda la Libertad”.
Y me presento sin joyas,
sin dinero y sin poder decir:
“Señor, Tú fuiste en mí lo primero”.
Aunque nadie lo sabía,
Tú vivías mis secretos.
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Libro 16 - Dios No Quiere, Permite - Tomo II - Pág. 107-108-109-110
No debemos dejar para mañana lo fundamental, porque no sabemos si sólo disponemos de hoy.
ResponderEliminarQue digo yo que mayor alegría no puede haber que cerrar los ojos del cuerpo y en vez de juicio......encontrarse con la sonrisa de Dios por haberlo llevado siempre en el corazón.Que aquí no estamos nada mas que para eso,estamos hechos para Dios, salirse de ahí es puro sufrimiento ¡Que bueno eres Señor!
ResponderEliminarGracias por crear algo tan maravilloso como esto,Dios os bendiga por toda la eternidad
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