En Sueño Profético decían:
Dios no bajó a la Tierra para un grupo de hombres. Dios bajó para el mundo entero, para que hablaran de su Gloria los que Lo amaban; para que el que había oído hablar de Él, lo comprobara con su presencia y se fuera cortando el pecado; para el pecador que estaba pecando, que lejos veía la Gloria, y cuando del Maestro le hablaran no podría seguir pecando porque el pensar ya no lo dejaría cuando oyera su Enseñanza; para que el poderoso no viviera ajeno del que limosna pedía, para que no dijera: “Dios te ampare”, dejándole el cesto vacío, para que pensara: “El mismo que a mí me consiente las sobras, puede hacer que no me llegue”; para que el que pide, nombre a Él y no pida con golpes ni con palabras de muerte. Para todo esto vino Dios –dicho ahí del hombre–. Aquí se dice bajó, por estar arriba en Gloria enseñando y dando explicación; para que cuando enseñen en materia, sepan descifrar estos Arrobos, que puede que el más listo no comprenda, no comprenda cuando cierre las puertas al que Dios manda.
Repetían mucho:
Cundir es llenar Gloria. Cundir es propagar la salvación del espíritu. Cundir es buscar terrenos, echar semilla, y habrá Recolección Eterna.
Desperté, oí:
No habla Dios a un hombre, es que habla a través de un hombre.
Esto, antes de bajar a la Tierra y después de que se subió al Cielo.
Ya, cuando Lo vieron un Hombre, caminando para enseñar su Doctrina,
no habló a través de nadie.
Era el mismo Dios en Espíritu y Carne.
Su caminar no paró, y oyendo: “¡crucificadle!”, el caminar no dejó.
El Padre vivía en Él, y tenía que publicarse.
Él no podía callar, porque el Mando era del Padre.
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Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - Pag. 3-4
La mayor prueba de que se ha recibido la Enseñanza es cundirla con hechos y palabras.
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