En Sueño Profético hablaban de la Luz de Dios, de la Luz Divina. Decían:
Esta Luz tienes tú que pedirla, y cuando llegue, no achicarla ni querer agrandarla. Porque esta Luz no admite la luz del hombre, que no pasa de la Tierra.
En cambio, la Luz Divina baja del Cielo a la Tierra y al Cielo vuelve a recibir Mando. Mando que Dios da cuando la Luz ha llegado al Lugar que espera este Mando.
Dijo uno:
Hay personas que Aquí aún no han llegado, que están viviendo esta Luz porque siempre a Dios están nombrando. Y donde otro ve oscuro, a él, el resplandor le ha llegado.
Esto es la confianza que pone aquél que mucho a Dios ama. Éste nada ve sin Luz. Es la grande confianza que desprende el Amor cuando tú a Dios Le cumples sus Palabras, y te dejas en reserva más que Dios te mandará.
Desperté, oí:
No hay quien pida a Dios Luz
y viva la oscuridad de la Tierra.
No hay quien diga:
“Señor, mándame tu Luz Divina”,
y no vea su Resplandor
y ya le cambie la vida.
Pero tienes que vivir
como esta Luz te ilumina.
Enseñando a decir:
“Señor, que no me falte tu Luz,
que todo lo de la Tierra
está oscuro sin tu Luz”.
Aunque el hombre esto no crea,
el hombre hace el pecado
cuando de esta Luz se aleja.
Aunque vaya por caminos
por grandes focos alumbrados,
esta Luz no entra en el espíritu
porque seguía engañando.
***
Libro 20 - La Palabra del Creador - Tomo II
No sólo debemos pedir Luz para nosotros, sino también para los demás,sobre todo para los que no quieren salir de las tinieblas.
ResponderEliminar