En Sueño Profético hablaban de la Libertad, de ser libre en todos tus actos. Decían:
La Libertad la practica
el que a Dios no ama.
La Libertad es peligrosa
y todos no pueden usarla.
La Libertad hay que tratarla
como medida que mides
del líquido que derramas.
Que con una gota más,
si la medida esta llena,
ya rebose le verán.
El que ama a Dios,
en todo pone el Amor,
en todo lo que Dios manda,
y ya no puede usar Libertad.
¿Quién usaría Libertad para no acudir al hijo, cuando lo oiga con desesperación llorar en su primer año de vida, que ni habla ni anda, que sabes que no podría contar el mal que tú le hicistes usando la Libertad?
Pues si numeras todo lo de esa vida, verás que la Libertad la coge el que no pone el Amor de Dios por delante de todos sus actos.
Desperté, oí:
Pon Amor de Dios
en lo que es tuyo
y en lo ajeno.
En lo que es tuyo lo desprecias.
En lo ajeno, dices:
“Señor, líbrame de que use la Libertad”.
Y si estás debajo de techo,
ya en la calle miras al Cielo
y a Dios las gracias Le das diciendo:
“Señor, nadie me podía ver,
pero Tú me estabas viendo”.
“Señor, el que usa Libertad
no cumple tus Mandamientos”.
De la Libertad te sale el crimen,
el robo y el adulterio.
Y el que no ame a Dios,
más Libertad está viviendo.
***
Libro 19 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo III - Pag. 122-123-124
La Libertad no es más que la tiranía de uno mismo, que nos acaba esclavizando.
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