En Sueño Profético decían:
Al hombre le hace falta el pensar. El pensar te hace que frenes. Y el frenar es imprescindible para el hombre.
Dijo uno:
El hombre no puede ser hombre de Dios si no frena en sus momentos. El hombre, por buena presencia que tú le veas, si no sabe frenarse, no puede ser hombre de Dios, y por consiguiente, Dios no quiere su amistad. El hombre que vive su vida sin preocuparse de frenar, vive en peligro para el espíritu, y también para la carne.
Mi padre, siempre que nos levantábamos de la mesa después de la cena, éstas eran sus palabras a sus tres hijos, contándome yo: “Pensad mañana como hoy habéis pensado: en no hacer nada que os dé arrepentimiento. Id siempre preparados y frenad a tiempo, que el freno y el pensar, os darán Paz de Dios, y a Dios tendréis contento. Siempre que veáis el peligro, echad el freno”. Y seguía con sus palabras, y nosotros aprendiendo. Por eso, yo recomiendo el pensar, antes de hacer nada mal hecho, porque no hay cosa mayor que la entrada en este Reino.
Desperté, oí:
Este padre fue un hombre
que nunca hizo nada mal hecho.
Si algo veía en el camino
que al final no era derecho,
pronto frenaba la acción,
si así era, o de palabras.
A todo lo que iba a hacer,
primero el pensar le daba.
Esto, dice que hace falta
para la vida del mundo,
que te engaña y te maltrata.
Te engaña cuando te ofrece
todo lo que ahí se acaba.
Te engaña cuando el pecado
te lo envuelve diciendo:
“no es cosa mala”.
Te engaña porque se alegra,
y risa en tu llanto manda.
El que piensa lo que hace,
el freno le quita marcha.
***
Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - Pág. 31-32
El verdadero proyecto personal de cada cual es pulirse para llegar a ser dignos merecedores del Reino.
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