En Sueño Profético hablaban de la confianza en Dios. Decían:
La confianza no se queda oculta. La confianza en Dios sale a la cara y a tus hechos. Las palabras se detienen muchas veces para que no las oiga el que confianza no tiene.
La confianza vivida haciendo lo que Dios quiere, te cubre de grande Paz. Que esta Paz la desconocen aquellos que no ven la Luz hasta que la Luz encienden. Pero la Luz de la confianza la lleva dentro el que, en todo, en Dios confía.
Dijo uno:
A Dios alabas si Lo llamas con confianza, y Lo ofendes si Lo llamas con duda.
Si pides con confianza lo que creas que no es concedido, sigues a Dios alabando, y para el que no ama no serás comprendido.
El hombre Le exige a Dios, a veces, sin saber lo que pide. Él hace su petición, a veces, con egoísmo, sin Caridad a la petición que hizo.
Más Le pide la venganza que Caridad y Perdón para el que el mal le hizo.
Desperté, oí:
La confianza en Dios
son pocos los que la tienen
con esta aceptación:
“Señor, yo te pido lo que quiero,
que creo que es lo mejor”.
“Pero yo nunca me enfado
de lo que viene de Dios”.
“Lo que quiero es que Te llegue
mi confianza antes que mi petición”.
“Y ya me darás la Luz
para que vea lo mejor”.
La confianza te quita
que no sufras aquello
que puede que no lo sufras.
Di: “Señor, en Ti confío.
Mándame la confianza
para que nunca Te culpe
de aquello que a mí me pasa”.
El que culpa, ama poco
y no vivió confianza.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - Pág. 141-142-143
Confiar en Dios es aceptar y agradecer lo que Él nos concede o nos evita. Todo será para nuestro bien.
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