En Sueño Profético decían:
Piensa en la muerte sin miedo
y compadece al que la muerte quiera.
Pues la muerte deseada,
no es decir: “la que Dios quiera”.
Aceptar este querer,
ya ves todo de otra manera.
Lo grande lo pondrás chico,
y lo chico ni te acuerdas.
Esto sí es decir:
“que sea lo que Dios quiera”.
Y ya verás esa vida
como principio de Ésta.
Ésa, por mucho que cuides
y hasta pagarla quisieras,
tú no puedes detenerla.
Por eso vive mejor
el que avaricia no tenga
y se dé cuenta mejor
del poco valor que tiene
todo lo que ahí se queda.
Dijo uno:
El hombre paga mejor lo que el vendedor le diga: “esto tiene tantos siglos y tantos siglos durará”. Aquí deja su dinero. Y él de vida tendrá, a lo mejor, día y medio, y puede que al medio no llegara. Pero él se contenta diciendo: “¡qué valor tiene todo lo que tengo!”.
Que esto, el día que se muera, ni le lloran, ni le mandan oraciones al Cielo, ni lo pueden defender.
Desperté, oí:
Si el valor que le da el hombre
a lo que no sirve para la Vida Eterna,
se lo diera a los valores espirituales,
no podría tener millones colgados
y hombres muertos de hambre
y viviendo en la miseria.
Hay objeto que ha pasado
ya varias generaciones,
y ninguno ha pensado:
“¿Con esto puedo cumplir
el Mandamiento de vestir al desnudo
y dar comida al hambriento?”.
Este Arrobo empieza:
“Piensa en la muerte, sin miedo”.
Y termina con examen de conciencia.
Éste no puede decir:
“que sea lo que Dios quiera”.
Porque vive el Permitir
que Dios deja a la materia.
***
Libro 18 - Dios No Quiere, Permite - Tomo III - Pág. 117-118-119
Guardar bienes y talentos es privar de su disfrute al que menos tiene.Sembrando y repartiendo en esta vida, la muerte prometerá buena cosecha.
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