En Sueño Profético decían:
Para amar a Dios no hace falta ser culto, tener títulos o tener un gran talento.
Se van a oír palabras que hace siglos las dijeron, de este pastor que habla, que de la montaña pasó al Cielo.
Se vio un cerro, y un cordón de corderos lo iban subiendo, pero iban tan juntos que más que animales parecían algo que el hombre ponía para separar el terreno.
Ya siguió el pastor:
Yo viví el tiempo que pise Tierra tan lleno de Dios, que este Nombre, ya en mis labios, yo creo que lo conocían mis corderos. Porque ellos, en la Paz que vivían, a Dios llevaban por dentro.
Un día se me acercaron unos hombres de cultura, y su presencia agradaba. Estas palabras yo oí:
–¿No se cansará este hombre de esta vida tan poco movida y tan igual?
Al llegar, las mismas palabras me dijeron, y ellos dan el contestar: “Este hombre nos hizo cerrar el libro que dentro de la cabeza nos dejaron los estudios”.
–Yo no me puedo cansar de estar viendo noche y día al cordero, que fue el único animal que Dios se hace Pastor de ellos. Esto en el comparar, porque mansos los ve y buenos, y al hombre nos pone en su lugar. Y Él sufre cuando alguno del Rebaño ve que se ha ido o se va. Podría tirarles la piedra y dejarlos muertos, pero entonces sufría más. ¡Si soy yo estiércol sucio, y cuando les tiro, nunca les tiro a dar! Y si alguna vez les doy, mis ojos lágrimas dan, y yo mismo me ofendo sin merecer este lugar.
Desperté, oí:
Este pastor ama tanto,
que ve en los corderos:
Nacimiento, Crucifixión y Resurrección.
Vive la última palabra
y está lleno de Dios.
Él pensaba: “Si Dios se nombra
Pastor de los hombres
y al cordero de símbolo pone,
yo soy pastor con su Nombre”.
“Y al rebaño me tiene delante
para que tenga presente:
Pastor y hombres”.
Pastor, Rebaño y Corderos
fue el nombre que Dios puso
para no perder el Cielo.
***
Libro 19 - Dios Manda En Su Gloria, Que Enseñen - Tomo III - Pág. 199-200-201
No todo se aprende en los libros: la humildad del cordero, la mansedumbre del rebaño y la confianza en el pastor.
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