En Sueño Profético hablaban de estos Dictados. Decían:
Aunque el hombre no ame a Dios, al oír estos Escritos, ve la Palabra de Dios. Aunque el hombre no quisiera aceptar que hay Dios, una vez leída esta Grandeza, no puede ponerle comparación.
Uno dijo:
¡Grande Literatura sale del Reino de Dios! ¡Grandes Palabras cortas e inigualable valor! ¡Grandes Palabras para teólogos y literatos!
Estos Escritos, sin la libertad del hombre y con el encierro de Dios, tienen acento de Gloria. Estos Escritos están escritos sin Libertad, por ser hechos vividos en Arrobo. Al dejar la justificación en el papel, ya actúa la materia prisionera por el espíritu, escribiendo en forma de Mandato, apartando el saber del hombre, y con obediencia a Dios. Siempre que haya habido Arrobo, Dios ha mandado grabar sus Palabras, para la Enseñanza del hombre. Cuando es Arrobo, ve, oye y escribe lo que Dios quiere, dejándo ya Libertad a este Instrumento para la publicación de estos Mensajes, y Libertad para que el hombre haga el uso que quiera; Libertad que puede convertirse en condena, ésta mandada por Dios. Dios quita la Libertad cuando ya estás en la Gloria, y te tiene en la Prisión cada vez que a ti te arroba. La diferencia de Aquí o del mundo de la Tierra, se nota en el decir: “esto me dicen que ponga”.
El hombre, la vanidad, dice: “Es mío, y también la Gloria. No hay un literato que escriba lo que yo ponga”. Y esto diría el pintor: “Me avergüenzo de las copias”. Y un gran compositor rompería las partituras por ser las suyas primeras. Y el gran cirujano deja que el enfermo se le muera, para que no vea el colega que debió haber mirado distinta naturaleza. Todo esto es del hombre que aún vive en la Tierra.
Desperté, oí:
Pregunta cuando termines
de oír este Dictado.
Pregunta si es de Dios,
que Él mismo Lo ha dictado.
Pregunta, y la respuesta
te la dirá sin descanso:
“Esto, no lo digo yo,
esto me lo van dictando”.
“¿Yo puedo nunca escribir
lo que dicen estos Dictados?”.
Yo los oigo en el Arrobo,
y luego ya, al contarlos,
tiene que decirme Dios:
“Yo te los iré dictando”.
Yo siempre digo “me dicen”,
yo no hago vida de Santos.
Yo no sé como este Dios
que sabe más que los sabios.
Yo no se cómo a mí, Dios,
me dice: “Di mis Mandatos”.
Lee y repasa bien,
detenido, estos Mensajes,
y verás la sencillez
al decirte que no sabe.
***
Libro 9 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo I - Pag. 120-121-122
La humildad de quien Dios elige certifica que el Mensaje es Divino.
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