En Sueño Profético decían:
¡Qué alegría tan grande es que donde esté el sufrimiento lo vayas cambiando por alegrías! Esto, en todos los sufrimientos. El sufrimiento crece y se agranda por el que no sufre ni cree que nunca le va a llegar sufrimiento. En el sufrimiento tienes que ofrecerte a Dios para ir quitándolo y que te enseñe a quitarlo, y ya tú irás enseñando. Esto, sin Dios, no vas sufrimiento quitando, al revés, lo vas agrandando. Todo es no creer que la vida que ahí tienes sea cerillo, que antes de que lo enciendas, se apaga.
Dijo uno:
Yo voy a decir cómo era mi pensar cuando mi espíritu vivía en el cuerpo: mis amigos me decían, en vez de mi nombre, “ya viene el que sabe que se muere y no le falta alegría”.
De niño, diagnosticaron que no duraría 10 años. Esto se lo dijeron a mi madre cuanto tenía 3 años. Pues llegué a los 70 y no murió mi cuerpo de lo que el hombre me vio. La culpa de no poder vivir era de mi corazón. Tenía que enterarme yo, pero a mí la pena no me llegó. Con un vendedor de telas, que a mi familia quería, me coloqué. En el carro me subía, y cuando él en las casas entraba, yo vigilaba las telas y el mulo. Cuando él murió, yo quedé de vendedor y en muerte no pensaba. Hacía mi vida buena y siempre en Dios pensaba.
Desperté, oí:
Iba vendiendo telas,
quitando sufrimientos
y dejando alegrías.
Dios manda que hoy diga
cómo yo viví la vida.
Todos me conocieron
por este nombre:
“ya viene el que sabe que muere
y no le falta alegría”.
Las penas iba achicando
y dejaba la alegría.
Tienes que saber recibir
las penas y las alegrías.
Pero si llevas a Dios
en lo íntimo de tu vida,
ya le puede, al sufrimiento,
la alegría.
***
Libro 31 - Te Habla el Profeta - Tomo IV - C3
Estas historias aunque cortas son de una enseñanza aplastante,este hombre transmite paz en su forma de contar su vida, no le faltaba la fé ni tampoco la alegría
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