En Sueño Profético hablaban del espíritu con contacto del Cielo, y del espíritu sin contacto y sin quererlo.
Decían, que cómo podía el hombre andar ese camino olvidándose de éste; que un espíritu con contacto de Aquí, lo mismo te hacía un gran edificio, que lo derrumbaba.
El espíritu es el motor del cuerpo. Este motor da reflejos que pueden curar, y cura muchas enfermedades del cuerpo, y cambia por alegría el sufrimiento.
Estos motores se cargan de Dios, ofreciéndole su tiempo, para pensar y más pensar: “Yo tengo que ser hombre bueno. Yo tengo que cumplir la Ley de Dios, para acarrear al Cielo. Pero tengo que tener siempre mi espíritu al servicio del Cielo, y ya mi cuerpo no puede hacer nada mal hecho”.
Desperté, oí:
El cuerpo que su espíritu
no tiene Paz de Dios,
nada ve bien hecho,
si es de Dios el hecho,
y puede poner
a muchos cuerpos enfermos.
La enfermedad del espíritu
tiene fácil el contagio,
porque la fuerza que lleva,
libertad le ha quitado.
No es como querer a Dios
y al Prójimo ir buscando.
Que Dios te deja actuar
hasta en contra de su Mando.
El que está haciendo este vivir,
ya está para Dios enterrado.
Dios deja la Libertad,
para el bueno y para el malo.
Para el malo,
que el mal se lo hace a él.
Y para que el bueno se haga pastor
y acarree al Tribunal del Cielo.
Los que persiguen a Dios,
no pueden venir Aquí,
y Dios los juzga desde el Cielo.
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C4
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