En Sueño Profético decían:
En la salud y los bienes materiales, si el hombre pensara quién era el dueño, se avergonzaría al pedirle a Dios en momentos de apuro, de los que ningún ser humano puede librarse, que son en la enfermedad del cuerpo –manifestaciones que hace la muerte antes de que entierren el cuerpo–.
Si esto el hombre lo pensara, estaría siempre de Dios sediento y no podría dominar la quietud de su cuerpo, exigiéndole ir al Sitio que Dios tenía de Recadero del Cielo.
Dijo uno:
Que este Recadero sufre por el desprecio que dan los que puede quitar este sufrimiento. Que sus Representantes son los que deberían cundir este Evangelio. Que esto sería para Dios y para el Elegido una gran alegría.
¿Cómo puede vivir tranquilo el que Esto conoce y el que lo sabe y no acude a conocerlo? Con el bien tan grande que harían sus Ministros acudiendo y, sin descanso, cundiendo que es Dios el que manda que quede escrito este Evangelio.
Desperté, oí:
Todavía habrá quien diga: “¡Bueno…, Dios perdona, aunque yo no acudí!
El Perdón de Dios, ya se ha repetido muchas veces, que no pisa el sitio del desprecio.
Ni el desprecio, ni el perseguir la Palabra de Dios, haciendo daño al que tenga dudas de la Existencia de Dios.
Y para el Lo ama, es un sufrimiento gigante el verle al Instrumento la vida que hace.
Representante de Dios, que repites “Éste es mi Cuerpo y mi Sangre”, ¿cómo puedes vivir sin aquí acercarte?
Dios permite, hasta que vean que donde da su Palabra, ningún Ministro de Él, ve nadie que llega.
El que ama y vive el Evangelio, ve y compara que fue lo que a Él, cuando vivió con Cuerpo, Le hicieron.
Si esto lo comparas, ves que si Dios otra vez bajara a la Tierra con Cuerpo, otra vez el hombre Lo mataría.
Porque aquí lo ves en el Instrumento.
Que ya no queda sufrimiento que le pongan delante para cortarle el camino, pero el Mando baja del Cielo.
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Libro 27 - Dios Habla al No Quiero del Hombre - Tomo II - C7
Los que lamentan el sufrimiento que se les dio a los antiguos profetas son los mismos que desprecian al Profeta de hoy.
ResponderEliminarVaya herencia se lleva el que desprecia a Dios y a sus Palabras ,queda cristalina la enseñanza y a buen entendedor pocas palabras bastan.
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