En
Sueño Profético hablaban de las Fuerzas que Dios daba al Elegido que su Mando era
para enseñar y publicar, como se está viendo.
Se oían
a más de uno hablando. Pero todos querían que en la Tierra comprendieran que la
vida de este Elegido, sin la compaña de Dios, no podría hacerla. Su pensamiento
y sus pies no tienen descanso. El pensamiento, queriendo cundir Esto cada día
más. Y los pies, llevando el cuerpo del espíritu que Dios trae a su Reino.
Ya
sigue un espíritu con Mando de Dios:
Yo sé
lo que este Elegido sufre y lo que trabaja su cuerpo por quitar aquí el
silencio. Todo es por sentir un Amor grande, pero con una grandeza que no puede
explicarse. Esto, tan sólo lo entiende el que vive para Dios y sabe que cuando
muera su cuerpo más disfrutará de su Reino. Ahora lo hace en arrobo –espíritu y
cuerpo–, y luego sólo en espíritu y no cuerpo.
Si el
hombre le dejara al Elegido caminos para que de este Caso hablaran, tendría una
Enseñanza que escrita no tiene nadie.
Este
Elegido no puede ocultar este Amor tan grande. Lo va publicando su vida, sin
cansarse.
Desperté,
oí:
Se ha
hablado de la vida del Elegido, y se ha dicho poco si se compara con el sufrir
que oculto tiene.
Viendo
este sufrir, que oculto lleva, ves que este Caso no es de la Tierra.
Los
que están unidos y te siguen, cogen tu mando con alegría y te agradecen que les
mandes lo que Dios te dice.
Esto,
si lo cogen como es, piensan: “Señor, yo no merezco estar a Tu Mando”.
Este
Amor dice poco a lo que siente el Amado.
Las
pocas horas que el Elegido duerme es un gran certificado de que Dios arroba su
espíritu cuando el sueño le ha llegado.
***
Libro 48 - Investigaciones a la Verdad - Tomo VIII - C3
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