En Sueño Profético decían:
No hay alegría mayor para el cuerpo, que
pensar: “Yo, a Dios le estoy sirviendo. Un servir, que si Dios lo cobrara, no
habría dinero para pagarlo”.
Dijo un espíritu de la Gloria:
Yo le oía Palabras a un Discípulo de
Dios, Maestro, como ellos Le llamaban. Era entrar en el mesón y ya todos lo
buscaban, porque sus Palabras tenían una razón, con un Amor, que te hacían
pensar: “Yo quiero ser Discípulo del Maestro. Si el Maestro me pusiera con los
Discípulos, esto sería para mí lo más grande. Pero me haría tener pensamientos
que los quiero olvidar”.
Estando en la calle, ya se vio mucha
gente y el Maestro se acercó para decirme estas Palabras:
“No hace falta que me contestes a las
Palabras que te voy decir. Lo que sí te pido es que seas como son mis
Discípulos. La contestación es que te pongas en el grupo que tienes delante”.
Al oír estas Palabras, puse las rodillas
en el suelo y dije:
“Maestro, yo quisiera oír el Perdón,
porque tuve dudas de que los Discípulos fueran como son. ¡Dejar todo para estar
al servicio de Dios...!
Quise seguir hablando para decir cómo
era, y el Maestro cambió la conversación. Me puso su Mano en el hombro y todos
oyeron:
“Si tu interior es como tu cuerpo está
diciendo, puedes ya decir que eres mi Discípulo, como los que están conmigo y
todos están viendo”.
Desperté, oí:
Este caso que pasó en la Tierra fue mi
cuerpo el que lo sufrió primero. Después, Dios me dio el Premio de nombrarme
Discípulo suyo.
Yo estaba siempre unido a ellos, y la
alegría de mi cuerpo, a todos hacía mirar, a todos los que me conocían.
Mi vida cambió para grande bien, al
pensar: “Yo, a Dios, le sirvo también”.
“Todo el que quiera hacer mi Mando, ya
es Discípulo mío”.
Esto lo dijo el Maestro, y mandan en la
Gloria que diga que hoy Lo sigue diciendo.
Ya se dicen estas Palabras: “Todo el que a Dios quiera y le tenga grande Amor, se le nota la diferencia con el que no quiere servir a Dios”.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C4
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