jueves, 14 de diciembre de 2023

El campesino

En Sueño Profético decían:

Reformar la Palabra de Dios es no saber lo que es de Dios, por no querer su Existencia.

Porque el que se atreve a reformar la Palabra de Dios, sabe de letras.

Y si sabe de letras, ¿cómo puede decir que las que Dios dejó para que todos aprendieran no están bien hechas?

Dios siempre escribe y manda para que todos entiendan.

Al rudo, que a Él ama, le sobran las letras. ¿Quién le va a hablar de Dios mejor que la Naturaleza, y del ave que nadie cuida, que vuela con confianza, que la comida la espera en el suelo o en la rama? Cuando coge con su pico el agua que Dios nos manda, la traga mirando al Cielo, y a mí me deja enseñanza.

Dijo uno:

Estas palabras yo las oí de un campesino, y no paró la enseñanza.

Desperté, oí:

Yo no esperaba el oír

tantas palabras tan justas,

y que me fueran a mí.

Este hombre no sabía escribir

“yo Amo a Dios”,

pero su vivir lo escribía.

Y daba más enseñanza

que el que tenía el título,

como a mí me pasaba.

Dios me llevó a conocerlo

porque yo quería oír

al campesino

que de Dios vivía lleno.

Este lleno,

son unas cortas palabras,

y luego me hizo a mí

llenar un cuaderno

para poder explicarlas.

Cielo, Poder y Naturaleza,

no se cansaba de nombrar.

La hormiga y el huracán

te los comparaba mucho.

Decía que el huracán,

con su fuerza,

no se llevaba a la hormiga,

y sí a barriadas enteras.

***

Libro 22 - Investigaciones a la Verdad - Tomo III - C6

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